Hostia puta (V)
Nietzsche de bajada.
A Nietzsche me lo leí entero estando de bajada, cuando volvía de fiesta y no podía dormir. Molaba bastante que hace 150 años un tio ya se cagase en dios, en la iglesia, la moral cristiana y en todo. Les podría haber escrito unas cuantas canciones a Sepultura. Mucha gente piensa que fue un ideólogo nazi, pero que a los nazis les gustara Nietzsche, 
no quiere decir que a Nietzsche le gustaran los nazis.
En 1889, cuando cruzaba una plaza en Turín se encontró a un cochero golpeando a un caballo medio muerto. Se fue hacia el caballo, se echó a llorar, le abrazó y le pidió perdón. Y eso fue lo último que dijo en toda su vida porque no volvió a abrir la boca. Algunos piensan que se golpeó la cabeza, otros que tuvo un derrame o que la sífilis ya le había secado el cerebro y aquel día simplemente algo hizo click, sin más. Cuando ya estaba muy jodido, su hermana, la muy hija de puta, cambio algunos de sus escritos para que pareciese que estaba a favor del ideario nazi. Le metieron en un sanatorio y murió 10 años después.
“Aquél que lucha con el monstruo debería cuidarse de convertirse en uno. Cuando miras largo tiempo el abismo el abismo también mira dentro de ti.” (Más allá del bien y el mal, 1886).
Bien por Nietzsche.
El sitio (Residente 0).
Medio mes después de terminar la universidad vi una oferta de empleo para trabajar de psicóloga en un centro de servicios sociales, envié el curriculum pensando que no me iban a pillar ni de coña, y cuando me llamaron y fui a la entrevista seguía pensando que no. Pero sí. Pensaba que el tio que me hizo la entrevista era algún administrador o yo qué sé. Me dijo que tocaba la guitarra en un grupo y yo le vacilé por ir trajeado y con corbata. Luego resultó ser el director de media docena de centros. Pues mira. A la semana estaba currando.
El centro tenía una planta para viejunos, otra de gente joven y sobre todo se dedicaban a emergencias sociales. Básicamente gente derivada de servicios sociales que de un día para otro no tenían dónde caerse muertos. El día que empecé a currar lo primero que me encontré al entrar en el pasillo fue a una mujer enorme, en bata y pantuflas con cara de que allí no había nadie pilotando y que llevaba abrazada una muñeca de esas que parecen bebés, parecía una escena de una película de Lynch. Casi me meo encima.
El crucero (Residente 1).
A veces llegaba a currar por la mañana y habían entrado uno o dos residentes nuevos. Llegaban de emergencias sociales a cualquier hora y por lo general hechos mierda. Lo primero que les hacían es una revisión médica, luego yo les hacía la evaluación psicológica. Un día entró un hombre de unos 75 años. Alguien llamó a una ambulancia al encontrarlo medio muerto en la calle, estuvo unos días en el hospital, del hospital lo mandaron al centro, tenía una cirrosis terminal, le quedaban dos telediarios.
El hombre me contó que vivía en la calle, que no tenía dinero para vivir en ningún lado. Era de un pueblo de Extremadura, no sabía leer ni escribir, hablar lo justo. Le pregunté si había trabajado, me dijo que sí, que toda la vida, de albañil, hasta que ya no pudo más. Le dije que entonces habría cotizado, que tendrá alguna pensión, y no sabía de qué carajo le estaba hablando. No tenía familia, ni cuenta en el banco, ni empadronamiento, no sabía cómo funcionaba nada. Nada. La trabajadora social del centro le tramitó el tema de la pensión y se quedó de residente.
Durante los siguientes días cada vez que me veía me decía muy preocupado que él no podía pagar nada de aquello. Tenía comida, cama y se pasaba el día viendo la televisión con dos docenas de abuelas seniles, pero tenía la sensación de estar en un crucero. Yo le decía que no se preocupara, que estaba todo pagado.
Esto para cuando tengas un mal día.
Flotar.
Cara A.
Necesitaría toda una puta jodida vida entera para contarte un millón de putas jodidas movidas preciosas. Siempre echarás de menos a alguien que está lejos. Primero se pone el corazón blandito y después la polla dura, ese es el orden. Las canciones a todo lo que de, que hemos venido a flotar. Los graves no están bien si no te tiemblan hasta los dientes. Se puede follar y llorar a la vez, no pasa nada. No madures, que se mueran ellos. Eres un puto león.
Cara B.
Desolación que aparece así, sin venir a cuento. Todo consiste en intentar llenar el agujero del pecho por el que se te escapa el aliento y la vida entera. Sangrar. Ladrar. Cerrad la puta boca, que no dejáis de dar por culo. Siempre echarás de menos a alguien que está muerto. Esforzarse en respirar. Me río en la cara de Sísifo y su puta piedra rodante. La parte divertida ya se ha terminado y estoy aquí haciendo el gilipollas.
A lo mejor me estoy precipitando.