¡Ilich, cojones!

Escrito por Daniel Prieto el .

Ilich Salmanenko se encontraba en el momento más importante de su vida ante aquel auditorio abarrotado. Respetado, rico y con un próspero futuro por delante, el artista más famoso del mundo estaba en la cima del éxito. Ante sí aguardaba el público expectante, que guardaba un silencio sepulcral. Ocupar cada una de los cientos de butacas desde donde le observaban con reverencial curiosidad valía varios miles de euros. El joven artista apareció de repente sobre las tablas, desafiante, la mirada perdida en el horizonte. Las luces se encendieron entonces a la máxima potencia. La concurrencia se deshizo en aplausos y vítores. La campaña promocional de la performance con la imagen de sus genitales en blanco y negro había sido un éxito. “¡Ilich, cojones!”, rezaba el lema escogido. Según la publicidad, se trataba de una ocasión “histórica” de presenciar una “obra de arte total nunca realizada”. El genio ruso, enfundado en un mono de cuero blanco, con su melena rubia resplandeciendo bajo los focos, guardaba silencio mientras recorría con la vista a los asistentes, como escrutando en el interior de cada uno de ellos. “Los orantes de las cuevas prehistóricas siguen mirando a los cielos miles de años después y no siguen conmoviendo. Se ha enlatado mierda de artista que se ha vendido como tal sin serlo, se ha vendido verdadera mierda de artista después. El Partenón de Atenas. Rafael y Miguel Ángel elevaron la belleza humana a su máxima expresión. El acueducto romano de Segovia. Se han devorado fetos humanos en directo para gozo y deleite de la humanidad. Espanto y dadaísmo. Dalí se transformó en el artista total y embelesó al mundo como Ávida Dollars. Se partieron vacas por la mitad y se conservaron en formol. Futurismo. La gran pirámide egipcia de Keops, las pirámides del Sol y la Luna bañadas en sangre en el tránsito de la Calzada de los muertos de Tenochtitlán. La inmensidad. Somos apenas un resplandor azul en la infinitud del cosmos. Creadores que se han mutilado su pene para cocinárselo a unos cuantos comensales elegidos. ¿Todo está hecho ya? La respuesta es no. Les presento a mi madre. El complejo de Edipo será finiquitado de mi ser ante los presentes. Espero que lo disfruten”. 

ilich2Una mujer enjuta de unos sesenta años apareció al otro lado del escenario con un vestido rojo sangre, vaporoso, que se iba ondulando al compás de su paso conforme se acercaba a Ilich. Se colocó al lado de Salmanenko, que la miró fijamente a los ojos y le gritó: “Mamá, voy a follarte". Se escucharon murmullos entre el público. Todas las luces se apagaron. Oscuridad. Silencio absoluto durante unos segundos que a los presentes les parecieron minutos. Un único foco iluminó el centro del escenario. Una mesa blanca. La mujer, únicamente vestida con las medias y los tacones rojos, puso los brazos en cruz y comenzó a hablar de forma pausada: "Folla a la madre, a la perra, jode a la naturaleza y mancilla el origen, jode a la pacha mama y trasciende, sé más que un hombre, sé más que un hijo y podrás ver". A continuación se puso sobre la mesa a cuatro patas. Ilich Salmanenko entró corriendo como una exalación desde el fondo del escenario. Iba totalmente desnudo y empalmado, enrojecido de cólera, el rostro desencajado. Se encendieron todas las luces y comenzó a sonar Augurios primaverales de Stravinsky a todo volumen. Comenzó a penetrar violentamente a su madre mientras la agarraba del cabello.

Imprimir