Desconfío de los vegetarianos

Escrito por Daniel Prieto el .

Desconfío de los vegetarianos porque son gente pálida y extraña que sólo vive para el culto al cuerpo. Porque no tienen alma ni corazón, porque sólo les importa alimentarse con productos secretos para mantenerse más jóvenes que tú. No les importa nada más que estar sempiternamente sanos, mientras tú vas envejeciendo y degradándote comiendo alimentos que te hacen daño y acaban matándote. Pero a ellos no les importa el prójimo, venderían a su propia madre por un poco de tofu. Desconfiad de los vegetarianos, te apuñalarán por la espalda para comerse tu carne en un barco a la deriva. Son yonkis de lo orgánico, depredadores máximos de la vida sana. Su moral es la inmoralidad de creerse superiores a los vegetales, esas criaturas maravillosas que han hecho posible casi todo. Son profundamente despreciables y egoístas. ¿Acaso no sufre una berenjena cuándo la cortáis en pedacitos para devorarla? ¿Es que no sabéis que los árboles se comunican entre ellos para dar la señal de alerta cuando un peligro acecha? ¿No sabéis, vegetarianos del mundo, que las plantas crecen mejor cuando escuchan a Mozart?

Los vegetarianos son ladinos e impredecibles. Te venderán por un puñado de monedas, los muy miserables. Te negarán tres veces antes de que cante el gallo. Desprecian a sus semejantes insanos, que no han tenido la oportunidad de profundizar en su alquimia alimenticia. Se deleitan en sus recetas, que sólo tienen como objetivo hacer que los vegetales sepan a carne. Hasta en eso son retorcidos, porque en el fondo saben que no hay mayor placer que llevarse a la boca un buen pedazo de chuletón. Así, pergueñan ominonosas recetas que sólo buscan captar una milésima parte de la esencia de la carne en sus platos. Como los sodomitas, actúan contra natura, intentan negar la naturaleza omnívora del ser humano mientras en sus fantasías más ocultas devoran exquisitos chuletones que uno de sus acólitos arranca de un buey que, moribundo, brama para su deleite. En sus sueños sesgan la carne sanguinolenta del animal aún vivo, sintiendo la dulce calidez de la sangre en sus paladares. Y los gritos del pobre buey agonizante excitan aún más sus deseos de ingerir mayor cantidad de carne.

Los vegetarianos son criaturas cobardes por naturaleza. Porque odian a todos los que no son como ellos pero no se atreven a pregonarlo. Prefieren que sus congéneres se embrutezcan al ingerir productos impíos, prefieren que sus hijos carnívoros perezcan poco a poco antes de enfrentarse a la pobre concepción de considerar a los vegetales inferiores a los animales. Creen que las plantas son menos seres vivos que ellos mismos, tal es el desprecio que sienten por la naturaleza. Vegetarianos, nazis de herbolario, ególatras del nabo, yo os maldigo porque representáis la cara más egoísta, malvada e insana del ser humano.

La naturaleza, amigos vegetarianos, no es una película de Walt Disney sino una hija de la gran puta.

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