Bonifacio Singh: Madrid Sumergida
  • Home
  • Noctámbulos
  • Bonifacio Singh
  • Madrid sumergida

Gente que viene y va

gente11

Madrid, años setenta. Mi padre se cenaba en navidad una cabeza de cordero, media pierna del mismo animal o de otro similar (porque dejaba la mitad de la extremidad para el resto de familia), una caja de gambas cocidas y un filete de emperador del centro del bicho como una rueda de tractor. Solía ser el día en el que se emborrachaba a mediodía en la taberna de la esquina, una borrachera al año, y se ponía muy gracioso, los borrachos son los mejores y los más sinceros. Mi padre era un tío gracioso, podía parecer serio pero con los amigos era gracioso. Después de la descomunal ingesta se tiraba en la cama como un fardo y dormía hasta las dos de la tarde del día de navidad, cuando se levantaba y volvía a comer otra cantidad similar de comida. Era su día del año. Podía dormir y comer todo lo que le daba la gana, y eran las dos cosas que más disfrutaba en el mundo junto con la soledad. gente9Yo no soy de mucho devorar, pero he heredado de él el don de la soledad, de desear estar sin nadie alrededor. Le pesaba la compañía, se marchaba a rincones lo más solitarios posibles, lo mismo que me sucede a mí. Últimamente pienso mucho más en cómo me veo dentro de él, en sus defectos y sus virtudes, las dos cosas que se funden en todos los humanos como si fueran la mismo cosa, la misma mierda.

Para mí las navidades nunca representaron nada en absoluto. Nunca me ha gustado ninguna celebración colectiva, mucho menos las que se realizan por imperativo legal o social. Solamente deseaba la llegada de las fiestas porque no había colegio, porque yo siempre odiaba ir al colegio. Sentarme en el pupitre rodeado de toda esa pandilla de extraños era una tortura. Excepto uno en toda mi vida colegial, los demás siempre fueron gente de la que viene y va. La gente en su inmensa mayoría pasa por tu vida como un complemento circunstancial de lugar, de tiempo, de modo. Puede que intentes engañarte, pero es así. Hace poco se murió el último de mis tíos que quedaba vivo, un hermano de mi madre. Durante muchos años yo pensaba que formaba parte de esa familia, me identificaba con su forma de ser en plan buscavidas. Pero no era cierto, yo siempre fui mi padre, estaba en un error. A mi padre siempre le cayeron gordos casi todos los integrantes de la familia política. Se dio cuenta muy pronto de que con ellos no tenía nada que rascar, que eran amistades postizas que existían simplemente a través de mi madre. Siempre sucede eso con la familia política, que son como fantasmas, hologramas, y no es que vayan a desaparecer, es que no existen en realidad. Ni por todo el oro del mundo pasaría las navidades con esas familias postizas. Odio las navidades y lo que más desearía en el mundo es estar solo la noche de nochebuena.

Mi padre se crió durante la guerra. Tenía cinco años cuando estalló. Nació a menos de doscientos metros del edificio de Telefónica. Deduzco que desde el principio del conflicto en su casa sonarían los pepinazos que se lanzaban desde el cerro de Garabitas. Pero nunca me contó ningún recuerdo de aquellos años. Hasta 1950 parecía haberlo borrado todo. Sus primeros recuerdos parecían ser cuando Kubler y Koblet ganaron el Tour de Francia, y cuando España quedó cuarta en el mundial de Brasil. Antes de eso en sus relatos había como un agujero existencial. En su vida no existía el tiempo, solo los huertos y los descampados que recordaba de Madrid, la tierra arrasada y reconstruida. Trabajó desde los doce años. gente7No era un idiota, pero dejó de ir al colegio con esa edad, no sé muy bien por qué. Sabía jugar al ajedrez y recordaba hazañas deportivas de antaño que leía en los periódicos usados que le traían para envolver. Leía todo aquello, porque nunca tuvo libros. Solamente heredé un deshilachado libro suyo de Blasco Ibáñez, “Mare Nostrum”, y siempre nombraba “Los cuatro jinetes del apocalipsis” y “La araña negra”, que parece ser que estuvo prohibido.

Gente que viene y va. Estás condenado a entenderte con ellos. Todos hablan mal de todos, todos piensan mal de todos, todos sueltan su mierda a la cara a todos con la excusa de la sinceridad. Fíate únicamente del que nunca habla mal de ninguno. Es el que nace carente de envidia. Es la balanza de la vida, por una parte está la envidia y por otra el dolor, todo está lleno de ambas, de ganas de ganar y de miedo a perder. Mi pobre coche ha cumplido veinte años y arranca con cierta dificultad, está un poco viejo, como mis tobillos, como mis muñecas. No hace demasiado frío, a pesar de que es diciembre y de que el sol ha caído por detrás de las montañas demasiado pronto. Circulo por una calle de dos carriles, la avenida Complutense, paraíso de la generación Ni-Ni y del botellón del viernes por la noche. Un coche de policía municipal me adelanta por la derecha pero, a unos metros de distancia, un autobús bloquea su trayectoria. Entonces yo acelero, me pongo a su altura, nos miramos, me sale una sonrisa cabrona, freno para que caminemos exactamente en paralelo los de la gorrita y yo. Cuando ellos llegan a la altura del autobús varado sobre su carril, encienden el intermitente de la izquierda, quieren salir del atolladero, pero yo aprovecho para frenar un poco más con el objetivo de que la fila que discurre detrás de mí se contraiga y deje a los servidores del bien parados, atrapados un ratito detrás del amable transporte público. No me gusta que nadie se cuele por la derecha. La existencia construye a la esencia, la precede. El ser humano pone un ladrillo tras otro, día a día, en su hijoputismo individual. El destino es una quimera, o una simple ensoñación, quién sabe.

Me sacaban a la pizarra para ver cómo no se debía escribir. Hicieron de mí un maestro falsificador al tratar de amoldarme a su estilo, ahora domino ambos, del derecho y del revés. Que os jodan con vuestra caligrafía. Escribo mucho más rápido en el teclado que todos vosotros. Me apuntaron a Mecarapid y estuve un tiempos soñando con las letras, obsesionado como por una fuerte droga. Mi tío el más putero y buscavidas se murió e iban a bloquearle la cuenta los del banco. Conseguimos sacar dinero de ella con mi firma falsificada. No detectaron nada, pero había un límite de dinero a retirar de seiscientos euros diarios. Propuse aque esquilmásemos aquella gente8guita poco a poco, sin que hacienda se enterase. Pero la edad trae el miedo, y los supervivientes no quisieron jugar ese juego, prefirieron no defraudar al erario público. No tuvieron miedo a las bombas, a esas se acostumbraron muy bien de chicos, pero sí a los bancos. Mi madre ve en la tele religiosamente “La ruleta de la fortuna” como en una metáfora vital, y nunca cambia de canal, siempre ve Antena3, no se sabe por qué.

En otoño, Madrid se ve invadido por un cortante viento del oeste que se cuela sibilino bajando por el valle que forma la cuesta de Las Perdices, entre el cerro de Garabitas y el monte del Pardo. Cuando anochece, desde el cerro de Los Locos se divisan relucientes las llameantes luces de freno de miles de coches, máquinas infernales que trepan a contraviento por esa pendiente que une la urbe con esos pueblos, ahora ciudades pijas dormitorio, habitados por las clases altas de la región. El aire es frío y seco en las colinas del foro, lo que obliga a abrigarse hasta las orejas incluso a los gays que hacen cruising correteando entre pinos y encinas en la Casa de Campo. El par de veces que llevé una pierna escayolada, echaba de menos mojarme con la lluvia. Me encanta salir a caminar sin paraguas bajo las tormentas y oler el ozono que arrastra el agua hasta caer sobre la superficie de la negra tierra. Mi escayola no debía empaparse, me habían dicho que si me descuidaba se reblandecería y tendría que ir a urgencias a cambiármela. Dios mío, aléjame de nuevo unos años de los hospitales y te prometo recuperar la fe. No vale la pena pasarse horas en urgencias más que si te estás muriendo, aunque si verdaderamente vas a palmar creo que lo mejor es no dilatar la espera demasiado. Los box de urgencias son callejones sin salida, cuando te encuentras preso en sus fauces es mejor tener tu ropa a mano por si te apetece escapar corriendo. Joe Frazier se rompió un brazo siendo un chaval, no se lo curó bien y le quedó torcido como una guadaña. Gracias a ello desarrolló un amorfo gancho de izquierdas demoledor. Mohamed Alí le venció en Manila en el 75, pero Joe, a pesar de la derrota, le molió a palos ardiendo de odio porque el deslenguado Casius le había llamado “Tío Tom”. Tom decía en la novela de la Stowe antes de recibir el estacazo final de su amo: “le pido perdón señor Legree, pero yo sólo me arrodillo ante Dios”. El servilismo mueve el mundo.

Sí, fuiste tú, aunque nunca leas ésto. Tú me enseñaste la combinación perfecta de golpes aquel día en la calle. Tres ganchos rápidos de izquierda y luego un directo certero con la derecha a la nariz. Sigues siendo uno de mis héroes, aunque ya no me hables cuando nos cruzamos por la rúe a causa de algunas rencillas de barrio. Te rompí el labio sin querer al hacer la primera práctica con tus guantes de boxeo, pero no me mataste porque no quisiste ante aquella afrenta. No olvido aquellos días en que no podías frenar tu hiperactividad y yo te daba clases de matemáticas, tenía nueve años y me ponían a darte clases los idiotas, como si yo pudiera enseñarte algo, antes y ahora, a ti, que reinabas en las calles porque eras el más fuerte. Era una batalla perdida, debí darme cuenta de que era imposible que aprendieras a dividir por tres cifras de cabeza. Nos llevábamosgente5 apenas quince días, nacimos aquel verano en que el hombre se lanzó como una bala sobre la luna, pero uno de tus brazos tenía el diámetro de los dos míos, te salieron pelos en las piernas muy pronto y follaste mucho años antes que yo. Nos fuimos aquella primavera al monte a emborracharnos y tú nos contabas que querías trabajar conduciendo un trailer a toda hostia por la autopista e ir parando en todos los puticlubs que encontraras a tu paso. Nadie podía frenarte. Te envidiaba, yo no tenía la más puta idea de a qué quería dedicarme, lo mismo que ahora más de treinta años después.

El ruido de mis cojos pasos me acompaña fiel por mi calle, que trota descendiendo en una ligera pendiente. Desde sus alturas, en los días que el viento sopla fuerte limpiando la sucia atmósfera, se divisan las crestas nevadas de la sierra. La boina de contaminación que flota sobre Madrid provoca colores rojos eléctricos durante las puestas de sol que se divisan sobre el Cerro de Los Locos, que era también el Cerro de las Balas, en aquellos días de frío y de hierro de mitad del siglo pasado. Últimamente todo me aburre como a mi padre, menos dormir. Me apetece caminar sobre un río helado y no importa ya el miedo a que se resquebraje, cada día me quedan menos ganas de reptar a través de tu barro, Madrid, muchas veces solo me apetece dormir, y dormir, meterme dentro y dormir. Ya no me importa nada quien me hable o quien deje de hablarme. Me escondo en lo más profundo de tu bosque de asfalto los días que beso la lona y muerdo la tierra. Me voy a dormir, saludos míster Frazier. Préstame tu gancho de tullido un ratito. Infalible el pensar deprisa para caer en el sueño. Me duermo, me duermo. Me duermo. Gracias por poder dormir, Madrid.

Sobrevivir otro invierno.
Siempre habrá uno que será el último.
Dar las gracias a Dios por
dormir.
Gente que viene y va.gente4
Gente complemento circunstancial
de lugar o de tiempo.
En tu mundo de piruleta
hay mucho hijo de puta suelto
independientemente del sexo o
del color.
Gente que viene y va.
Gente complemento circunstancial
de modo.
Gente que viaja a las Maldivas.
Gente que baila salsa.
Gente que redecora mil veces su casa.
Gente que contrata a otra gente para que le limpie la mierda.
Sobrevivir a otro invierno
hasta desfallecer.
Gente complemento indirecto.
Gente Feisbuk.gente6
Gente Tuiter.
Gente instagram.
Gente que hace fotos de sus pies.
Gente que te dice que habla siempre a la cara
para soltar su mierda y su miedo.
Gente que viene y va.
En tu mundo colorín te gusta
poseer la libertad de una cometa:
agarrado por el culo
con la polla flácida y
zarandeado por el huracán.
Sobrevivir al frío y al calor.
Gente vegana.
Gente de filete Angus.
Gente que amasa pan en su casa.
Gente sin colorantes ni conservantes.
Gente a la que se dice siempre lo guapa que está
aunque son feos como pegar a un padre.
Gente que miente y a la que se miente.
Gente con las cosas claras,
con el camino bien marcado.
Gente con planes de jubilación.
Gente que siempre saca buenas notas.
Gente que lleva bien las cuentas.
Gente con caligrafía perfecta.
Gente que da vueltas al mundo
como a una gran bola de mierda.
Gente que echa ambientador después de cagar.
Gente que viene y va. 
Sobrevivir al huracán. 
Dar las gracias a Dios por
dormir.
Sobrevivir a otro invierno. 


Imprimir

Kabul lleno de mujeres desnudas

desnudas1

 Madrid latía a lo lejos, él sabía que existía por allí abajo. Madrid, el país de nunca jamás, sepultador de carne y alma humana. Mi abuelo escuchó ruidos en la puerta y salió escopetado por la puerta de atrás del corral. Dicen que había marcas de los tiros por las paredes. Se largó al monte. Luego, no sé cuando, lo cogieron. Lo condenaron a muerte y después le conmutaron la pena por cadena perpetua. Decían que cuando pasaba la procesión por el pueblo él ponía en el gramófono el “Himno de Riego”. Puede que lo hiciera no por ideas políticas, sino porque le gustaba mucho el morapio. Estuvo en la cárcel hasta 1945, cuando la caída del tío Adolfo, cuando hubo una amnistía generalizada de presos. Mi familia tuvo que huír a Madrid. Desde lo alto de la loma del pueblo se pueden ver ahora las cuatro torres de Mordor a treinta kilómetros de distancia en linea recta. Dejaron la casa en la que vivían y las cuatro tierras que trabajaban porque había que salir corriendo. Llegaron como unos Juan sin Tierra a Madrid, con una mano delante y otra detrás. Luego medraron aquí y allá y algunos de ellos se hicieron nuevos ricos y hasta votaron al PP. El último Juan sin tierra que quedaba vivo llegó a votar incluso a Carapolla el cierraparques. Cuando ese tío tan enano y tan feo que es Almeida cerró los parques durante el fin del confinamiento de la pandemia me cagué en su puta madre, que todavía debe estar limpiándose. Cerró todas las zonas verdes para hacerse el importante, y la gente tenía que caminar apiñada por las aceras, dio buenas muestras de que cuando uno parece que es gilipollas resulta que suele serlo en la realidad. A Carapolla ahora le han entrado delirios de grandeza y piensa que puede competir por el poder con Ayuso, una muestra más de su inteligencia. Porque si Ayuso se sacara las tetas un día en la tele sería candidata incluso a presidenta del mundo. Ayuso le gustaría a Juan sin tierra, seguro que intentaría follársela. Juan, que debía llamarse Llon en realidad, cuentan que era un mujeriego y un putero, que preñó a cascoporro por aquí y por allá, y los mojigatos le debieron poner el mote, debían de odiarle todos esos puritanos impotentes y esos jubilados que bailan salsa porque ya no se les levanta. Juan fue el más pequeño de cuatro hermanos, por lo que nadie daba un duro porque llegase a nada. Pero los sobrevivió a todos. Mientras él administraba las tierras de su padre, su hermano Ricardo se la chupaba al rey de Francia en Tierra Santa. Iban a caballo y mientras se daban unos besitos un ballestero le metió un flechazo y san se acabó Ricardo, y Juan sin tierra medró para hacerse con toda la tierra y todas las mujeres desnudas que estaban a su alcance.

desnudas2

Sueño con mujeres desnudas, pero nunca recuerdo lo que sueño. Una bonita revolución sería que todas las mujeres de Kabul salieran desnudas a la calle a la vez. No se sabe si las matarían a todas o si los putos talibanes entrarían en estado de shock y se suicidarían todos. Los talibanes no pueden hacerse pajas, ni ver porno en internet, solamente les queda el recurso de follar, y eso es un arma de doble o triple filo. Tras matar a todas las mujeres se verían obligados a retener eternamente sus eyaculaciones, (la masturbación está prohibida en Kandahar, Kabul etc etc) excepto los Ricardo corazón de león talibán. En Kabul no hay pajas ni cambio climático. En Kabul no saben lo que es la ecoansiedad, y todavía no han probado los productos Bio, y no discuten defendiendo las excelencias de la escuela pública sobre la privada aunque luego lleven a sus hijos a la de pago, como hacen aquí los paleoprogres, porque en Kabul solo se enseña el Corán y punto pelota. Los talibanes no toman Prozac ni van al psicólogo para que les elimine la frustración denominándola depresión.

Hay un abuso del término depresión, generalizado. Vas al psicólogo y te ponen el sello de depresivo, cuando lo que tú estás es frustrado, porque cumplir los deseos no lleva a la felicidad sino a la frustración. Porque todo es mentira y una mierda. No hace falta más que llegar a una meta para convertirte en depresivo. La depresión es algo físico, muy diferente a desengañarte del mundo, es un agujero que ni tú ni tú habéis visitado, para vuestra gloria. La depresión que vosotros tenéis es un chantaje emocional a la sociedad. A vuestra sociedad de los don Perfectos, de esos que llevan las cuentas al milímetro, de esos que siempre sacan todas sobressaliente, de los que un día de repente se miran al espejo y se dan cuenta de que tener casa, coche, perro, hijos en realidad no funciona del todo, o de nada. Detrás de toda vuestra planificación interna y externa, detrás de la perfecta cuadrícula se esconden tus problemas afectivos y todo tu chantaje emocional. Echar la culpa de todo a los demás es el deporte humano más practicado, la gran fábrica de excusas.

desnudas3

 Kabul y el Kilimanjaro. Llegan los vagos de los pitufos y paran delante de una zanja que hay delante de mi casa. Hay un negro picando la acera con pico y maza como en la antigüedad, porque es más barato. Le piden los papeles. Debe ser uno de los gaboni de Tarzán, porque lo miran como si fuera el enemigo público número uno. Un escándalo, lo cogieron en una cunda en Plaza Elíptica para que abriera un agujero en el suelo por treinta Euros. Paran la obra durante dos semanas, allí queda el agujero con un cartel encima que reza: “avería”. Al lado hay una canicería halal que no sé de qué vive, porque no entra nunca nadie. Sí que entra la gente con sus perros en la decimoquinta clínica veterinaria del barrio, justo enfrente de la carnicería, mucha gente con sus perros a los que recetan medicamentos que les quitan el dolor de huesos de viejo pero que les joden el hígado y el páncreas, porque los perros tienen páncreas, y les dan consejos para curarles la depresión porque un perro que vive en un piso está deprimido, y habrá muy pronto que tener un carnet para tener un perro como hay que tenerlo para poder trabajar en una obra, y en la clínica veterinaria me vendían mascarillas FFP2 a cinco Euros, como oferta, durante el confinamiento, porque ellos son muy majos y enrrollados, y no hay mal que por bien no venga, esos hijos de puta me hicieron darme cuenta de que tenía que robarlas por sistema, y empecé a robarlas y hasta hoy.

Leo que entre diversos sectores el calentamiento global está causando ecoansiedad, por la lentitud con la que se eliminan los combustibles fósiles. También dirán que tienen depresión a causa de las emisiones de CO2. Prohibirán los pedos en espacios cerrados próximamente. También leo a un tipo que dice que hay que eliminar con urgencia a la industria cárnica para que el planeta tenga futuro, un futuro vegano con aire limpio de cuescos de vaca. Me siento bien al pensar en que pronto estaré muerto. Me hacen pensar a ratos en el odio que sentía Hitler hacia los seres humanos, y en mostrarme comprensivo con el pobre loco de Adolf. El sueño de la idiotez, de la subnormalidad, produce monstruos. Ahora ya se puede llamar subnormal a un subnormal, antes no me gustaba nada hacerlo porque podía ofender a esas personas que nacen con una discapacidad, porque el término resulta peiorativo. El hijo del frutero de debajo de mi casa nació con parálisis infantil, no podía caminar, y todo el mundo le trataba como si fuera imbécil. En el colegio nos mezclaban con niños y niñas con síndrome de Down y en un mundo ideal aquello sería maravilloso, ayudarlos en lo que pudiésemos, pero los niños son unos hijos de puta, tú también lo fuiste, y esta pobre gente que muchas veces son seres encantadores eran vejados sistemáticamente y tenían que soportar las risas y el desprecio de todos esos que ahora de mayores van de cívicos y solidarios. Pues erais unos hijos de puta y yo lo he visto con mis ojos, y no olvido, y cuando sea guardia de vuestros trenes hacia las afueras de Cracovia entonces sí que no tendré piedad. Soñar con Kabul lleno de mujeres desnudas.

desnudas4

Dicen que a partir de los cincuenta tienes que hacerte un electrocardiograma y un tacto rectal anual para ver si tienes podrido el colon y la próstata, para colocarte una espada de Damocles que te tenga atado al miedo a la muerte. ¿Quién sería el gilipollas de Damocles? Mi madre era más vieja que yo ahora cuando una noche bajó a que cagara y meara nuestra perra a un descampado cercano. Entró por un callejón en aquella tierra informe y soltó a nuestro bicho para que corriera feliz entre charcos, mierdas y meadas. Escuchó un ruido de pasos por detrás. De repente alguien la agarró por el brazo izquierdo con fuerza, con tan mala suerte que mi madre llevaba la cadena de la perra en la otra mano, y mi madre apenas llegaba al metro sesenta, pero tenía la altura correcta para lanzar un gancho lateral con la cadena a modo de puño americano que impactó de lleno en la nariz de lo que sospecho que era un yonki, que salió corriendo. Mi madre llamó a la perra, que acudió confusa protestando porque aún no había tenido tiempo de cagar, la ató y gritando se fue con ella amenazadoras calle arriba detrás del supuesto tipo que reptaba echándose mano a la cabeza a través de la oscuridad de las farolas medio apagadas, y mi madre no corría mucho, así que dejó de hacerlo en cuanto se cansó jurando en hebreo que lo mataría otro día, y volvió a casa. Y al llegar se sentó en una silla y nos contó lo que había pasado. Llevaba la mano y la cadena manchadas de sangre de yonki, y de pensar lo que había hecho a lo loco tras un drogata sidoso le dio un ataque de ansiedad. No confundir ansiedad con depresión, los antiguos no se deprimen ni se deprimían, sólo caminaban hacia delante o daban hostias. Ayer descubrí que mi madre llevaba con el mismo bote de gel, sin gastarlo, desde hace meses, al interrogué y me confesó que se ducha como mucho un par de veces a la semana porque tiene miedo de caerse en el baño, una excusa barata porque ser guarro es maravilloso. Siempre está diciéndome, para hacerme daño, que quiere morirse, que quiere marcharse ya, pero en el fondo sé que tiene un contradictorio miedo ante el poco tiempo que le queda sobre esta mierda de planeta y la acojona aunque no quiera reconocerlo la oscuridad que hay detrás acechando. Y además del miedo a morir también quiere que no se le gaste el gel de baño, matar dos pájaros de un tiro. Y cuando el bote va a terminarse lo abre y echa agua, para que aún cunda más aunque ya no limpie tanto, es cuestión de que dure lo más posible el tema, como todos los temas, aunque ya no tengas ganas de lavarte. Mi madre vino a Madrid cuando Madrid se parecía, aún más que hoy, a Kabul. Ahora en Madrid os dicen a todos que estáis deprimidos, y vais y os lo creéis. Madrid, país de nunca jamás, picadora de polvo y carne humana. Madrid.


Patriarcado o muerte.
Asco e intuición
superiores a la razón.
País y mundo de nunca jamás
olvidado y sepultado
por toneladas de carne
y cenizas
de hombre.
Mujeres desnudas,
todo el puto día soñando con ellas,
vosotras,
en todas las posturas imaginables
sin ropa
y con la mayor pinta de putas
posible.
Tu coño será como el Kilimanjaro boca abajo
y las ladillas lo escalarán
como los Gaboni acosando a
Tarzán.
Tus tetas fueron como los montes Apalaches
pero caerán por tus piernas como la lava del puto volcán Cumbre vieja.
Aunque siempre serás mejor que Ada Colau
por muy vieja podrida que te hagas.
Siempre será tu consuelo que
darás menos asco que Irene Montero,
piensa en ello cuando tengas
baja la autoestima.
El asco
motor del mundo
con gran ciclindrada.
Ayuso provocando erecciones poniendo cara de mala
y amordazada,
objeto sexual sin ideología posible.
Mantener tu polla
como el monte Kenia.
Fotos de la polla del papa
en la hoja parroquial
que
serán aceptadas para su publicación porque
no son de mujeres desnudas.
Te saldrán las primeras canas en el coño
que se volverá poco receptivo
junto con tu recto
otrora siempre dispuestos,
pero siempre será todo ello más atractivo
que la cara de Teresa Ribera
incluso con un saco puesto cubriéndola toda.
Teresa desnuda
sería aún peor
más destructiva
que vestida,
más que todo el puto calientamiento global a la vez.
Mujeres muy desnudas.
El asco como energía limpia,
combustible infinito.
Sueñas conque termine toda esta pertinaz sequía
en tu chocho
pero el cambio climático te alcanza
y ya solo llueve
en el coño de algunas
más putas que tú.
Todo el jodido rato soñando con
el paraíso
lleno de mujeres desnudas.
Ahora follan con sujetador
en las películas,
al estilo Penélope Cruz,
y yo los, las, maldigo.
Sigo soñando con que te
saques las tetas
en cualquier momento
y que salga leche
que ruede montañas abajo
como las nieves casi extintas
del Kilimanjaro.
Electrocardiograma y tacto rectal,
películas de Tarantino sobre la ecoansiedad y
un complot judío con el precio del gas por las nubes. .
Juan sin tierra gobernó el reino mientras
su hermano Ricardo se la chupaba al rey de Francia.
Mujeres desnudas.
Kabul está aquí mismo,
dos calles más abajo.
Nostalgia de bolsas de chettos
que te sabían a jamón de Jabugo y
sueños
con curas ardiendo
colgando de las farolas
ya sin aliento,
y con mujeres desnudas.
Tú no tienes depresión sino
frustración.
Quemar sujetadores en una gran hoguera.
La depresión es algo muy diferente a estar jodido por el tiempo.
Te da más morbo el
Prozac
que el coño de tu señora.
Kabul lleno de mujeres desnudas
saliendo todas a la vez a la calle.
Despertar en una playa
del Índico o el Caribe
y darte cuenta de que es
el mismo infierno que tu casa,
y que el próximo telediario
de Telecinco
puede que sea para ti el último.
Y hace mucho tiempo que ya no
te empalmas
ni te haces pajas,
demasiados lustros.
Mi madre se lava una vez a la semana
por demencia senil, guarrería o para salvar al medio ambiente,
elije tú la respuesta.
Ecoansiedad es tener ganas de
meterte un ventilador por el culo
generando energía limpia.
Tendrás esperanza,
y lucharás
llorarás y patalearás
y jurarás que llegarás
a algún sitio
que imaginas pero
te darás cuenta de que en este mundo, país, ciudad de nunca jamás y polvo solo existen
asco e intuición por encima de la razón.
El asco mueve el mundo.
Espabila porque siempre
es hora de morir.
Mujeres desnudas
hasta en la sopa.
Darte cuenta
que la vida es más asquerosa
y mentirosa
que un Telediario de Antena3.
Fogonero que alimenta su fábrica de excusas
con madera que no arde porque
es tu propia carne
Si no tienes memoria es
que ya estás muerto.
Memoria o imaginación,
da lo mismo,
llenas de mujeres desnudas.
El asco moviendo el mundo
a todo gas,
energía limpia y económica.
Y al final del túnel oscuro
no hay nada
no hace falta que te engañes.
El primer mandamiento
es
que echarás la culpa de tu todo
a los demás
por encima de todas las cosas.
Santificado sea tu nombre, Asco.
Intuición y asco
motores del mundo
superiores a la razón.
¿Por qué llamas negra a la pantera
si no hay de otro color?
Lo único que existe son
mujeres desnudas.
Patriarcado o muerte.




 

Imprimir

Chicos en apuros

apuros1

Madrid nunca muere. Nunca me digas que ya te lo dije. Conduzco por la M-30 y suenan los chicos en apuros. Fuimos y somos chicos en apuros corriendo por esta ciudad polvorienta. Ésto es un desierto y no hace falta ningún cambio climático para que las dunas de asfalto avancen. Sultan´s of swing. Empezamos a escuchar a los Dire Straits cuando ya eran decadentes y habían empezados a meter en sus canciones los apestosos teclados de Alan Clarck. Ya casi no suenan en la radio, sólo de vez en cuando en el programa de por las mañanas de la buenorra de Marta Vázquez. Su voz te acompaña por las autopistas de la ciudad hasta que se difumina al entrar al túnel, se escucha con nieve radiofónica hasta que sales a la superficie por las obras de la antigua chonera del Calderón y por unos segundos la música resucita como brotando de un túnel del tiempo o un agujero de gusano, hasta que vuelves a precipitarte en el hollín de las entrañas de Madrid. Cuando vuelves a salir a la luz del sol la canción ya se ha terminado, y tienes que controlar la velocidad para que no te multen en el radar de San Pol, pero después de ese cinemómetro puedes ir a la velocidad que quieras, aunque el máximo marca a 70 apuros3por hora, porque nadie vigila. En Madrid nadie vigila nada, los guardias, los guindillas, los pitufos, son una panda de vagos y la ley, cuando nadie controla su cumplimiento, estás en la obligación de saltártela siempre que no mates a nadie.

Bajo del coche delante de la casa de mi madre. Me encuentro con Matilde, que pasea su perrito, un yorki que ni me mira y al que se adivina por su pelo pegajoso que no se ha bañado en unos meses. La conocí durante el confinamiento. Tiene unos diez años menos que mi progenitora. Es el último ser humano en años que ha traspasado la puerta de nuestra casa además de mi familia, porque un día se presentó, sin apenas conocerla, a preguntar qué tal estaba mi madre. Llamó al telefonillo y trepó los cuarenta y tres escalones asfixiándose. Ella camina siempre sola. La saludo y me sonríe, no lleva la mascarilla puesta y me doy cuenta de que tiene un diente roto, uno de los incisivos superiores, y se le escapa el aire por él. Recuerdo que los primeros días de la epidemia, cuando ninguno teníamos mascarillas porque los hijos de la gran puta del gobierno decían que no eran necesarias porque no había, ella tenía todos los dientes intactos, me la encontraba cuando ella bajaba al perro a la calle, la excusa perfecta para poder salir, y yo paseaba con una bolsa de plástico en la mano disimulando como si fuera a comprar. Parábamos a dos metros el uno del otro para no echarnos el aliento, habían aprovechado para prohibir por apuros2decreto tocarse ni respirar cerca de otro humano, y nos decíamos las vaguedades habituales con las que combatir la soledad callejera. Matilde tendrá que pedir permiso a los del PACMA para poder tener perro, tendrá que sacarse el carnet de tener perro para poder pasear a su yorki lleno de mugre.

Siempre he tenido mucho miedo de romperme los dientes. Sobretodo los incisivos, los que se ven cuando abres la boca. Hasta creo que a veces sueño con ello, aunque nunca recuerdo lo que he soñado. Mis sueños se paran siempre cuando la mujer se desnuda del todo o cuando tengo que marcar un número de teléfono que nunca puedo terminar de marcar, pero sólo me acuerdo de detalles, no de la trama absurda principal. Sueño con que me rompo los dientes, dormido y despierto, y tengo miedo de ello porque no tengo dinero para repararlos y no me gusta llamar la atención, y que te falten los dientes hace que destaques entre la multitud por tu aspecto sucio y desaliñado imposible de disimular, y a mí me gusta ir sucio y desaliñado pero que no se note a simple vista. Repararte la piñata cuesta una lana que no puedo asumir. Tuve un amigo que llevaba toda la dentadura reimplantada, como la de un caballo.

Él llevaba unos dientes implantados que decía que le habían costado a su padre millón y medio de pesetas. Un puto millón y medio de pesetas y se quedaba tan ancho diciéndolo. Se cayó montando en la bicicleta y se metió un tremendo golpe en la boca con el manillar. Me dio dentera cuando me lo contaba. Luego él además se insertó más tarde una especie de gel en el labio superior para tenerlo más bonito estéticamente porque es gilipollas, pero esa es ya otra historia. También es otra historia que ya no somos amigos, porque es una sucia rata y tengo ganas, si lo vuelvo a ver, de meterle una hostia y romperle los dientes postizos. Hostia se escribe con hache. Él es el hermano pequeño de un famoso muy famoso que sale en la tele, un famoso que se hizo mucho más famoso durante la pandemia, si cabe. Un famoso al que ahora medio país dice que es guay y medio país odia. A mí el famoso me parece majo, al contrario que su hermano pequeño, que es un gilipollas. El hermano mayor enchufó en un buen puesto al pequeño en cuanto pudo y allí sigue con sus mierdas. Todo el mundo le llama enchufado a sus espaldas, y es cierta la cosa, pero son una panda de cobardes al hacerlo. Yo nunca consentí que nadie lo dijera en mi presencia, pero eso era cuando fuimos amigos, ahora me la sudas y tengo ganas de meterte un puñetazo en la cara en cuanto te vea. La primera vez que lo vi me dio pena, porque tiene un tic que le hace mover la cabeza espasmódicamente y la gente se reía al verlo. Decían “¿qué le pasa a este tío?” y se reían a sus espaldas, lo mismo que le ponen a parir sus compañeros de trabajo. Entonces su hermano todavía no era muy muy famoso como ahora. El hermano famoso me pareció siempre un tío muy majo. Le ponía los cuernos a su entonces mujer con otra famosa, esta más de tres al cuarto, mientras su hermano pequeño le hacía las coberturas y se masturbaba, porque nos lo contaba, pensando en la entonces amante de su hermano mayor. Esto último nos daba bastante asco porque siempre que apuros4íbamos a su casa tenía pañuelos de papel tirados por la mesa del comedor, y nos lo imaginábamos haciéndose pajas pensando en ella y nos daba tanto asco él como su futura cuñada. Ahora su hermano, que ya es muy muy famoso, se ha casado con su entonces querida y él cada día es más y más famoso, y a mí me parece majo a pesar de su actitud sentimentalmente lamentable. Jugamos un par de veces al fútbol y a mí se me suele escapar alguna hostia con hache por deporte durante las pachangas, pero a él me dio cosa porque era majo y jugué como una niña para que no se molestase, y mira tú por donde ahora es muy requetefamoso.

Cuando éramos niños, chicos en apuros, conocí a otro famoso. También éste se hizo famoso porque era el hermano pequeño de otro famoso. En este caso me dio asco desde el primer minuto que me lo crucé. Entonces él no era famoso, no de nacimiento, solamente su hermano lo era, y era gilipollas de origen. Desprendía un olor peculiar a rancio, es posible porque llevaba ropa usada por sus hermanos mayores. Se creía muy gracioso, pero a mí no me hizo ni puta gracia desde que me lo eché en cara, y a veces fantaseo también con soltarle una hostia, como al otro famoso, en los dientes y partírselos.

Lo recuerdo muy bien cuando los chicos nuevos llegaban al colegio y él se reía de ellos protegido por sus amigos, porque era un mierda, y también me acuerdo cuando un chico homosexual de nuestra clase salía a la pizarra y él lo ridiculizaba iniciando el coro de muchos hijos de puta seseando con la letra final de su nombre. “Luisssssssssszzz”, canturreaba por lo bajo el ahora famoso, que se creía muy gracioso, un gracioso sin medio cuarto de hostia. Ahora es famoso y va de progresista, defensor de causas justas, intelectual y todo eso, pero es un ser que me repugna cuando lo veo en los mentideros porque en realidad es un mierda al que me gustaría partir los dientes.

Bajamos hasta Aranjuez, y antes de llegar al pueblo nos desviamos a la derecha por una carreterucha que casi nadie conoce y llegamos hasta un paraje donde hay plátanos de más de doscientos años. Está todo abandonado porque en 1931, cuando el entonces rey putero y hemofílico Alfonso XIII, el putero de turno, se marchó del país, expropiaron los terrenos del antiguo hipódromo y los entregaron a particulares para que los labrasen. Ahora toda esa zona está semiabandonada por los vagos particulares y porque las gentes de bien no la conocen, por lo que es un paraíso escondido. Compramos un pollo asado y nos lo comemos allí a mano debajo de los árboles. Paseamos y vemos una casita que usan a veces para guardar caballos con la puerta abierta, nos acercamos y salen dos pequeños perros. Nos ladran, pero luego se acercan sumisos. La perra se me sube encima. Está mugrienta y llena de pulgas, quiere que la raptemos y la llevemos a casa, porque los han abandonado allí a su suerte. Me habla con los ojos, pero no puedo hacer nada por ella, debo dejarla en aquel cenagal con los hijos de puta de sus dueños, que pronto se sacarán también el carnet para tener perro. Cobrarán una buena pasta por el carnet y pedirán hacer un cursillo para poder llevar a uno cogido con la correa, apuros5y hacer un examen en el que tendrás que hacer una paja al examinador como si fuera un perro al que sacas el semen para inseminar, porque prohibirán a los perros y a los jóvenes ser perros, jóvenes y follar porque todo eso está muy mal. El volcán de La Palma se caga en todas vuestras bocas de mi parte, hijos de puta. Pedidle al volcán un carnet por ser volcán si tenéis cojones.

Volvíamos a Madrid las tardes de domingo por la carretera de La Coruña, cuando todavía faltaban siglos para conocer a Daniel Prieto el de Sada, que no es famoso ni falta que le hace, que es esclavo y morirá siéndolo, y a mucha honra, y veía desde la cuesta de las perdices la luz amarilla de las tardes de verano brillando abrasadora sobre la silueta del desierto de Madrid, una ola de sol que tapaba el tsunami de asfalto de esta puta ciudad. Ahora bajo hacia el sucio río por las mañanas por la nacional cuatro y las casas del lumpen brillan resplandecientes bajo el cielo azul eléctrico que tienes todos los días, Madrid, y seguimos siendo chicos en apuros apretando los dientes para que no se rompan y para que no sean capaces de decirnos qué es el bien y qué es el mal. Quieren prohibir la juventud y el amor porque su bien común está por encima de tus cojones. Nunca me digas que ya te lo dije, Madrid.

Cuando tengo razón, tengo razón
pero nunca me digas ya te lo dije.
Muerte entre las flores
de plástico.
Chicos siempre en
apuros.
Prohibir el botellón.
Es lo que tú quieres
en el fondo.
Dientes que crecen rotos.
Pensar lo que tu piensas,
decir lo que tú hablas
creer en tu bien y en tu mal.
Prohibir por decreto el amor y
la juventud.
porque tú ya no puedes follar
ni en sueños.
Los jóvenes son muy muy malos,
tú lo sabes
porque fuiste tan hijo de puta como ellos.
apuros6Somos idiotas
por
soportar
que unos idiotas
nos
digan las idioteces que tenemos que
hacer,
esos idiotas tan idiotas como tú.
Chicos siempre en
apuros.
Añadir a las miserias
un ayer y un hoy que no existen.
Parar por decreto el tiempo y el espacio.
Prohibir caminar por toda la faz de la tierra.
Es lo que tú quieres
en el fondo.
Tener la respuesta del millón de bitcoins.
Ir a hoteles de lujo, comer escalibada de castañas caramelizadas
y decir que ese vino da muy bien en boca
como un gilipollas que asiste
a su propio funeral.
Las dunas de asfalto avanzando como tsunamis
hacia Madrid.
El volcán de La Palma cagándose en vuestras caras
con una sonrisa en sus bocas.
Carnet para tener perro.
Obligar a tener garrapatas.
Impedir por ley que se ofendan las pulgas.
Prohibir a los perros blasfemar.
Prohibir el sol,
prohibir la lluvia
prohibir morir y vivir.
Ostia se escribe sin hache
y hamor con ella.
Pedir permiso para beber y para follar.
La tierra es plana
y llueven las ofertas de trabajo,
torrencial diluvio de esclavitud
vendido como tu paraíso.
Prohibir por decreto la juventud y
el amor.
Es lo que quieres en el fondo
porque tú ya no puedes follar
ni en sueños.
Cuando tengo razón, tengo razón
pero nunca me digas ya te lo dije.
Chicos siempre en apuros.


Imprimir

lanochemasoscura