Dios es un cabrón despiadado

Escrito por Bonifacio Singh el .

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Dios es un cabrón despiadado. Un hijo de puta con patas, un mamón con pintas. Jesucristo y Mahoma fueron hijos putativos de este ser cruel y destructor, o sea que debían ser otro par de cabrones. Hice un examen de religión con un cura que se hacía llamar don Ángel, que era un sádico y un salido con capa exterior de santo, y me puso un cero enorme en la hoja entre grandes interrogantes. Me sentí muy orgulloso por aquello. Un compañero de clase me quitó el examen porque dijo que quería plastificarlo y enmarcarlo. Hace unos meses leí en internet que el tipo se había muerto. Llevaba gafas de culo de vaso con un cristal como nublado para que no se le notase que tenía un ojo pipa. No sentí alegría al conocer su muerte, ni alegría ni nada, me produjo una gran indiferencia. No recuerdo las preguntas del examen, pero dos de mis respuestas empezaban con peroratas como “Jesucristo era un señor con barba muy bueno” y “el mundo es una guerra de todos contra todos donde siempre deberían ganar los cristianos”. Me salió un examen redondo, pero mi compañero de clase lo perdió o se limpió el culo con él, nunca lo enmarcó. Mi libro de religión estaba cotizado entre el alumnado, porque todas las fotos estaban redecoradas como si fueran un comic en el que se resltaba lo hijos de puta que eran los curas, mi libro de religión era una maravilla excepto para don Ángel, que una vez lo vio y se escandalizó, al contrario de lo que hacía con los exámenes de un ahora conocido director de cine que era compañero nuestro y cuyos exámenes encantaban a los hijos de puta de los curas porque decía muy bien lo que ellos querían leer, exactamente lo mismo que ahora hace en sus películas, que a mí me parecen una puta mierda todas porque recuerdo lo asqueroso y chupapollas que era el tipo con los curas. Don Ángel llamaba a capítulo a su despacho a mis compañeros cuando eran más pequeños y les preguntaba si se masturbaban, y les reprochaba hacerlo, pero cuando ellos se marchaban del despacho él se debía hacer unas pajas tremendas pensando en ellos, yo creo que don Ángel fue quien inventó el gotelé en su despacho en los años ochenta a base de lefazos en el techo. Que yo sepa él no violó nunca a ningún alumno, como hicieron otros curas de allí, pero a pajas se mataba, por eso estaba ciego de un ojo. Una vez lo operaron de una hernia y estuvo unos días sin venir a jodernos, y cuando os dijeron que volvía un compañero le cambió la silla del profesor por una de las nuestras, que eran muy pequeñas e incómodas, y cuando el puto don Ángel se sentó lanzó una especie de bramido gutural a causa de los puntos de la hernia gracias al cual nos descojonamos un rato, nos reímos de su mal porque era un cabrón, como su Dios. No podía tocarnos un pelo de la ropa, porque teníamos ya trece o catorce años y lo hubiésemos matado cualquier de nosotros al instante, y él era un cobarde y un mierda aparte de un cabrón como su Dios. Un día subió a nuestra clase a varios niños pequeños de otro curso. Los subió a la tarima y delante de nosotros le dio un par de hostias a cada uno, como en una demostración de fuerza y cobardía supremas ante los débiles. Y yo pensaba en levantarme y partirle las gafas por abusón, pero no lo hice, mientras otros, como el actual director de cine, se reían de los chavales fostiados por ese mierda. Una simple patada en los huevos hubiese bastado para humillarlo y para hacerte un ídolo de multitudes en el colegio, pero nadie se atrevió, porque nos tenían bien domados y amenazados con llamar a nuestros padres, que no se sabía muy bien por qué nos habían dejado a cargo de aquellos hijos de puta y violadores servidores de Dios. Don Ángel no era un violador, simplemente era un hijo de puta y un sádico. Qué bien muerto que está, ha durado demasiados años, y peor aún es que nadie lo haya matado con dolor, porque lo merecía, porque los cobardes y los abusones son los que más merecen que los hostien. Mi amigo Rafa era bastante cobarde, pero sí que se atrevía a meter miedo a los curas que veía por la calle, porque los curas son los seres más cobardes entre los cobardes, cuando veía a uno se acercaba a él y se ponía a agitar los brazos y a graznar como si fuera un cuervo. Los curas cuando salen de la iglesia tienen miedo hasta de su sombra, y al verle burlarse de aquel modo de ellos salían corriendo, corrían despavoridos y acojonados delante de un niño de catorce años. Ratas de sacristía adoradores de los culos jóvenes.

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Los curas eran homosexuales represores de homosexuales. Yo veo lógico que si eres guei te atraiga meterte a un seminario rodeado de tíos jóvenes. Cuando eres joven el centro de tu existencia es el follar, si eres hetero con churris, si eres guei con tíos, y qué mejor sitio que un seminario para comerte y meterte pollas dobladas dentro. Si yo hubiese sido guei no lo hubiese dudado, al seminario de cabeza hubiese ido. Pero esos cabrones de curas follaban mucho pero debían evitar por todos los medios que los gueis lo hicieran, y si de paso vejaban a alguno que otro pobre guei pues mucho mejor. Uno de mis ángeles era guei, uno de esos ángeles que se te cruzan y te salvan sin que tú se lo pidas, y los curas le crearon un buen cacao mental, porque él se sintió mal en su juventud siendo homosexual y no lo aceptaba. Hasta con un ángel de los de verdad pueden los servidores del cabrón de Dios. Mi pobre ángel se murió, lo mataron, durante una noche de farra, unos moros, apareció muerto en una alcantarilla. Los curas se relamían cuando los chavales iban a confesarse. O llegué muy tarde a aquella mierda de sitio y jamás fui a confesarme, porque no me salió de los cojones. Al principio me cubría y ponía excusas para no hacerlo, pero luego los demás me daban vergüenza ajena, porque todo el mundo tomaba como algo natural contarle tus pajas a aquellos pajilleros y violadores. Porque allí había una colonia de violadores protegidos expulsados de otros colegios, les daban alojamiento y les protegían de los padres furiosos trasladándolos a sitios donde recuperaban el anonimato y nadie quería matarlos. Uno de éstos violó al hermano de una amiga de mi hermana, el chaval tendría unos diez años por aquel entonces. Había un tío guei que era abiertamente guei en el colegio. Alberto se llamaba. Le colocaban pupitres vacíos alrededor para que no contagiase al resto. Alberto era muy gilipollas, los cortés no quita lo valiente, era hijo de un directivo de una gran compañía, siempre manejaba pasta y alardeaba de ello, un subnormal, pero se merecía respeto por decir abiertamente que era guei y no ocultar que le molaban los tíos con buena polla. Tenía un par de cojones, era un valiente, y eso es lo importante. A los curas aquello les jodía más que cualquier cosa en el mundo. Busqué hace unos meses a Alberto en Feisbuk, a ver qué había sido de su vida de guei. Y resulta que ahora está casado y con hijos. La sociedad le había cortado los cojonazos que atesoraba de niño. Los curas violadores y represores le convirtieron de guei a maricón, porque ser homosexual no es ser maricón, y ahora él también merece la muerte, como don Ángel el pajillero, Don Ángel, el que soñaba con comerles la polla a sus alumnos, pero que nos contaba que si él necesitara hacerse un análisis de semen no se haría una paja, sino que para mantener su pureza diría que le punzaran los testículos con una jeringa. Y pensando en ello también se empalmaba. Una vez salió a la pizarra un tipo muy listo, Arturo, a debatir sobre el tema de la existencia de Dios. Arturo expuso el tema desde el punto de vista de que era imposible probar la existencia del cabrón de mierda de Dios, y don Ángel retorció toda la demostración diciéndole a Arturo que entonces su madres tampoco estaba probado que fuese su madre, y al final lo hizo llorar y bajarse del estrado sin demostrar que el hijo de puta de Dios existían tan a ciencia cierta como la madre de Arturo, o si no no existiría ninguno de los dos. Y yo volví a soñar, al ver llorar a aquel chaval alto y fuerte, con levantarme y meterle una hostia en la boca al hijo de la gran puta del servidor de Dios de don Ángel, que bien muerto está, y espero que haya sido de Covid ahogándose. Y si Dios existe, seguro que pensará lo mismo que yo, en plan sádico, porque Dios es un cabrón despiadado. Durante la pandemia los curas no suspendieron las misas, ni siquiera las organizaron para que la gente mayor pudiera asistir segura y aislada. No hicieron nada útil contra la transmisión del virus en sus ceremonias, porque necesitaban el diezmo, el cepillo, el euro que los viejos echan al cesto cada día. Algunos viejos cuando no tienen moneda suelta echan un billete de cinco, o de diez. Los curas animaron a cuatro o cinco de las viejas feligresas para acudieran cada la tarde a la iglesia todos los días a escucharles y después de paso a limpiar con lejía los bancos. Las viejas pagaban un Euro al cura por trabajar de limpiadoras porque los curas son Robin el Robin Hood de los ricos, roban a los pobres para darles la pasta a ellos. A los curas les importa el dinero y sobar culos de jóvenes, e intentar follárselos con o sin consentimiento, pero que los ancianos, los putos viejos, vivan o mueran a ellos les trae al fresco mientras los cambien por otros nuevos que aporten su donativo para que el obispo pueda pagarse los chaperos.

Inauguraron el edificio Telefónica y mi padre nació muy poco después detrás de él. El edificio paraba los cañonazos que lanzaban los moros desde la Casa de Campo. Mi padre estuvo allí toda la guerra, pero apenas me contaba nada de ella, mi padre pasaba de las historias de la guerra, el caso es que sobrevivieron y que la guerra, a él y a mi abuelo, les traía al fresco. Luego llegó la familia de mi madre, desterrados de su tierra se refugiaron en Madrid. Se pusieron a ganarse la vida en lo que podían. Mi abuelo reparaba camiones en un garaje destartalado, no sé ni como ni donde había aprendido a hacerlo, quizás en la cárcel, en la que estuvo siete años condenado a muerte. Pero mi otro abuelo también pasaba de la guerra. Tampoco contaba nada de ella. Solamente sé que durante la ofensiva de los italianos caían bombas sobre el pueblo y que la gente se escondía en cuevas, no toda la gente, porque él se quedaba en casa, no sé si por que le daba igual morirse o porque iba borracho. dioscabron3Todos corrían menos él. Nunca lo conocí, nunca conocí a ninguno de mis dos abuelos. Murieron antes de que yo naciera, a uno le dio un jamacuco cerebral y se quedó en el sitio, el otro agonizó un poco ahogándose. Mi abuelo materno reparaba aquellos camiones de posguerra, y enseñaba a hacerlo a mis tíos. A mi tío Doroteo le arrancó un dedo la correa del ventilador de un motor. Ni intentaron reimplantarlo, le hicieron un cosido y siguió reparando motores. Se hicieron con un camión y empezaron a transportar en él arena de río a las obras, e incluso suministros a la base de Torrejón, donde de paso robaban piezas de maquinaria a los americanos. Hasta que los pillaron y entonces se dieron cuenta de que podían vivir de la ecología. Las fábricas de celulosa compraban papel usado, era más barato reutilizarlo que hacerlo nuevo. Entonces ellos repararon otro camión abandonado y con esos dos vehículos se pusieron a recoger papeles y cartones usados por Madrid, como si fueran gitanos rumanos, lo almacenaban en el taller y lo revendían, también compraban a la gente que se lo traía, trucaban los pesos y todo era más rentable, y aprendieron a prensar el material y a regarlo para que pesara más antes de revenderlo a las fábricas. E hicieron dinero y se convirtieron en nuevos ricos gracias a que ahora eran ecologistas, y se fueron muriendo, todos, y la hija mayor de mi tío Doroteo fue mi madrina cuando nací, mi prima la mayor, y hace poco fueron a hacerla una operación rutinaria y cogió una infección también rutinaria en el quirófano y allí mismo palmó. Tenía 61 años y toda una feliz vejez por delante en la que pasar miedo y dolor. Durante las últimas décadas solamente nos habíamos visto en funerales y entierros, esas ceremonias a las que la gente va a hablar de fútbol y a comerse pasteles y sandwiches que traen a las salas de los tanatorios para hacer disfrutonas las animadas veladas. Allí aparecí con mi madre, la última persona viva de su generación en la familia. Mi madre es una extraterrestre, una viajera en el tiempo proveniente del pasado que no para de repetirme que le gustaría marcharse al planeta donde ahora habitan los suyos. Nos llamaron para que saliéramos de la sala porque iban a celebrar una pequeña ceremonia religiosa en otra. Nos sentamos en aquella iglesia improvisada y el cura, seguramente pederasta en su juventud y homosexual represor de homosexuales toda su vida, lanzó su diatriba, la misma de siempre, de carrerilla. Todo el mundo mira al vacío y espera que la ceremonia necrófila pase lo más rápido posible, nadie escucha esa mierda regurgitada, que no es más que un formulismo. ¿Nadie? No. Porque entonces se levanta mi prima, la loca de mi prima, la hermana pequeña de la muerta, y se pone a afearle su actitud al cura delante de todos, diciéndole que no estaba de acuerdo con lo que estaba diciendo, que era todo una mentira, y que él era un hijo de puta sin piedad por lanzar en la cara toda aquella mierda a gente dolorida por la desgracia, por tanta desgracia. Pero mi prima en buena parte es gilipollas, porque el pobre hijo de puta nos lanza esa mierda sobre la cara para aliviarnos el trance y hacer que no pensemos. Porque mucho peor es esas ceremonias laicas en las que los familiares narcisistas del difunto se suben risueños a un estrado a contar y cantar sus bondades imaginarias mientras el resto mira al vacío con vergüenza ajena preguntándose dónde está todo el dolor que esos aprendices de actores narcisistas deberían sentir, y te das cuenta de que en realidad no conocen de nada al muerto y que no son al menos profesionales de la muerte como el hijo de puta del cura, sino que simplemente son gentes que pasaban por allí y que se ven en la obligación de decirnos que a ellos la muerte no les afecta, como si estuvieran hablando de felicidad en su fiesbuk, los hijos de puta. Y luego wasapean en grupo lo bonita que ha sido la muerte de su padre allí todos juntos en festejo.

dioscabron4Madrid. Levantarse por la mañana y escuchar por la ventana a las golondrinas chillar, y tener miedo, y que la cerveza que te supo bien por la noche se te revuelva agria en el estómago después. No podré abrazarte en esta vida, aunque quiera ya sabes que no podré hacerlo, pero espera un poco más para irte, espera a que yo lo haga para que al menos no me dejes tan solo atravesando este seco páramo, este sucio valle. Mi vecina me enseñó la radiografía de mi padre con un tumor como una naranja de grande mientras me decía que la vida era un puto valle de lágrimas. Y a mí no me salían lágrimas en ese momento porque me mareé un poco y tuve que sentarme y no la escuchaba mientras me hablaba. Dios es un cabrón despiadada y mentiroso, porque aquí abajo no hay nada más que mierda, y todos vosotros no sois más que cabrones despreciables a su imagen y semejanza. Somos así en este páramo desolado de Madrid.

Dios es un cabrón despiadado.
No te vayas todavía
de este puto páramo,
aún habrá más
mierda y dolor
para todos.
Dios es un hijo de puta despreciable,
Dios es un mamón con patas
y tú estás hecho a su imagen y
jodida semejanza.
La cerveza se agria en tu estómago
por las mañanas,
de noche sabía bien
pero despiertas con un agujero en la tripa.
Cagar es el único placer del hombre
mucho más que nacer.
El aguacate está de moda,
la vida sana y
robar a los pobres para dárselo a los ricos.
Dios es un hijo de puta Robin Hood
a la inversa.
Los moros disparando cañonazos sobre el edificio Telefónica
y tú deseando que pare el ruido
para poder empezar a morirte.
Alergia a vivir como alegría.
Curas pederastas haciéndose pajasdioscabron9
pensando en tu culo tierno.
Dios es un cabrón de tres pares de cojones.
Cada viejo deja una moneda de Euro en el cepillo
cada obispo puede pagarse con él
un chapero.
Dios es un cabrón despiadado.
Un bote de tomate frito
lentejas de lata.
Gazpacho
en tetrabrik
muy sano y nutritivo,
un polo de limón a tres Euros con cincuenta céntimos,
un trozo de hielo pintado elaborado de forma artesana
ecológico y nutritivo
para
alérgicos a las vacunas, al gluten y al aguacate
pero no a las pollas.
Mareos y vértigos por las mañanas
dolor de estómago y unas décimas de fiebre.
Miedo.
Odio a los médicos
causantes de todos los miedos y las enfermedades del mundo.
Las enfermeras sólo son útiles si tienen
buen culo y la falda corta.
Dios es un hijo de puta retorcido y silencioso
una rata de alcantarilla
con perdón para las ratas.
Dios es Hitler y tú un judio.
El cura don Ángel
está muy bien muerto.
Es una pena
no haberle metido una buena patada en los huevos
en su momento.
Curas violadores y recaudadores
para su Dios y su obispo.
Dios, eres un hijo de puta muy salao
un cabrón despiadado.
Un grano
o una polla en el culo
para la humanidad.
No somos más que un reflejo tuyo
de tu rostro podrido
caminando por este páramo,
pero no te vayas tan pronto
aún queda mucha
mierda y dolor
para todos
espérame
no quiero sentirme tan sólo.
Ya no podré abrazarte en esta vida
lo tengo prohibido por los usos y costumbres,
esperaremos a la próxima.
Dios es un cabrón despiadado.

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