Comer mierda (R.D.A)

Escrito por Bonifacio Singh el .

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Madrid. Pasear por las calles de Madrid cuando el sol se pone te viste con una capa de invisibilidad. Soy un fantasma por tus calles. Cuando muera me apareceré en tus sueños o escucharás el ruido de mis pasos caminando desde mi casa hasta Atocha, y luego tomaré el metro en la esquina de la glorieta para volver como el fantasma del vagón. Seré como una neblina que viaja en el metro, el fantasma del puto suburbano. La capa de invisibilidad me protege. Voy buscando a otros invisibles. No los encuentro. Busco a esos para los que los demás no son actores secundarios, esa raza para quien todos son protagonistas. Una pareja, amigos de amigos, se separa. Me lo cuentan bastante tiempo después cuando pregunto por ellos. Ellos no lo saben, pero para mí no son invisibles. La gente me dice que es algo natural, que las personas desaparecen así, que es ley de vida. Nacen y mueren. No puedo entender que para vosotros sean invisibles. Se rompe una pareja y uno de los dos deja de existir para el círculo de amistades. Uno de los dos deja de ir a las fiestas y nadie pregunta por qué. Lo dan por hecho, debe ser así. No puedo evitar sentir pena y asco. Busco por las calles a esas personas que desaparecieron en la oscuridad. Sé que están ahí pero aún no he aprendido a interpretar las señales. Vagar por las calles buscándolos es como andar por el desierto o caminar sobre las aguas. El asfalto se abre como el mar Rojo y te deja pasar. Sé que están ahí pero no sé hacia donde tirar. Pregunto por la segunda persona de esa pareja, me miran raro por hacerlo. Salgo a la ventana y grito silenciosamente hacia la oscuridad para que aparezca. Seguramente no volveremos a vernos, pero estás ahí, en mi memoria. Me da la impresión de que tú también tienes esa capa de invisiblidad. Vidas habitadas sólo por actores secundarios de los que no se saben ni el nombre ni el por qué caminan por ahí, El reino de los que dan igual. Todos dan igual en realidad. Todos sois actores secundarios para todos. Menos para mí y los míos. Durante toda la historia del mundo ha habido guerras. Ha habido genocidios. Ha habido asesinatosrda2. Ha habido crueldad. Ha habido maldad, a secas. Han habido hijos de puta y santos, y santos hijos de puta. Pero lo que menos soporto no es todo ello. Lo que no aguanto es a las personas que ríen cuando creen que deben reír y que no paran de decirme cuando yo debo hacerlo o cuando debo sentir algo. Personas que aman el carnaval, la máscara de a diario. Personas que dicen que se divierten, que tratan de aparentar disfrutar. Carnaval, carnaval, hijos de puta del carnaval. No me van los disfraces ni los disfrazados. Prefiero el genocidio al carnaval.

En el piso de arriba de mi casa, el tercero C, habita un hombre peculiar. Cuando sus padres retornaron tras jubilarse al pueblo él se quedó viviendo en la casa. De joven coincidió con mi hermana en COU e hicieron selectividad juntos. Mi madre y yo lo apodamos “el mula”. “El mula” contaba a mi hermana y a sus amigos que quería estudiar para ingeniero agrónomo. No sé si aprobó o no selectividad, pero ahora reparte frutas y verduras a los bares en un camión. Ingeniero agrónomo. “El mula” cuenta la leyenda que tiene un sueño muy profundo. Es un ser asexual de más de cincuenta tacos y tiene un sueño muy muy muy profundo. Cuentas las leyendas urbanas, su compañero de piso en concreto lo cuenta, no se sabe si son pareja o no, creemos que no, pues eso, el cabrón cuenta de “el mula” que una vez tuvieron que tirar la puerta de una habitación de hotel abajo porque llevaba tres días seguidos durmiendo. Entraron con la policía y él se despertó, pagó los tres días de alojamiento y se marchó asegurando que se había quedado dormido, tres días. Yo no creo que “el mula” sea homosexual, es simplemente asexual. Nunca sonríe. Su padre tampoco sonreía nunca, era un tipo desagradable, pero “el mula” me provoca cierta compasión y ternura. Vende patatas y verduras con su camión frigorífico por los bares. Metió un compañero de piso cuando se fueron sus padres, el compañero de piso se ríe de él. Ingeniero agrónomo. Y entonces el otro día escucho decir en una sesuda conversación de gente muy inteligente, a otra persona no a “el mula”, que nunca habla ni ríe, que los controles de los aeropuertos son muy sexistas. Y se me va la pinza pensando mientras se explica, esta otra persona, sobre el tema, y sueño con meterle una patada en la boca y pienso en que si para ésto han servido sus becas Erasmus y sus carreras universitarias sin duda alguna “el mula”, aunque nunca sonría, es una persona mucho más útil a la sociedad con su camión de fruta que semejante gilipollas. Patada en la boca. Y después escucho otra conversación que habla sobre lo malo que es el azucar blando y se me va la mente pensando en lo bueno que era Mohamed Atta y sueño con las atletas de la RDA, que se pasaban el sexismo por la entrepierna tomando hormonas masculinas a saco y que se dejaban crecer aquellos felpudos en las axilas y que, aún así, Heike Dreschler nos ponía bastante. Mercadona no existía todavía, así que comían patatas empanadas empapadas con testosterona. Erick Honecker debía ser un cabrón, pero al menos no permitía que cuatro gilipollas fueran a Alemania a cursar becas Erasmus con la pasta de sus padres para luego hacerse los listos en el cuñadeo cotidiano. Meterles una patada en la boca es un sueño. Patada en la boca. Patada en la boca. Zas, en toda la boca. Me encuentro a “el mula” en el portal y me pregunta por mi madre, que qué tal está, me dice. Se lo digo a mi madre y nos reímos, porque nos produce ternura su bestialismo. Patada en la boca. Qué patada en la puta boca tienes.Hace algunos años comenzó la mierda esta de Feisbuk. La puta mierda ésta. Me metí la primera vez y creé una identidad que era una réplica de la de un antiguo amigo que trabaja en un telediario, bueno, esa es otra historia, ese hijo de puta que trabaja en un telediario al que cuando vuelva a verle le voy a abrir la cabeza por deporte. Otra historia. Bueno, pues ese tío denunció la identidad y la cerraron. La creé tres o cuatro veces y la cerraban, puse una cara de cerdo en vez de su foto, con su nombre debajo, su nombre de cerdo real. Repetí eso algunas veces con los hijos de mis amigos. Creaba su identidad cuando nacían, con su nombre. Uno de mis amigos me llamó y me dijo que su mujer exigía que yo cerrase la identidad, que la foca de su mujer iba a llamarme por teléfono y a mandarme a tomar por culo. Me hizo gracia. La verdad es que cambié de nombre la identidad pero dejé el apellido de ella. Ella tiene cara de cerdo también, en la vida real digo, no en la foto. A otro de mis amigos le hizo gracia el perfil de su hijo, se rió, pero esa es otra historia porque ese tipo es la sal de la tierra. Pero bueno. Entonces comencé a abrir identidades de dos tipos: tías buenas y personajes conocidos. Las tías buenas tuvieron resultados, buenos resultados. En pocos días llegaban al tope de cinco mil amigos, salidos que les pedían amistad y les escribían para babear. Tías buenas, tías buenas, más tías buenas. Abría una y zas, cinco mil amigos salidos, en un santiamén. El segundo tipo de identidades eran personajes conocidos. Abrí el de una política socialista, el de un miembro de la familia real, el de un líder ultraderechista, el del yerno de un antiguo presidente de gobierno, el de la mujer de un antiguo persidente de gobierno y el de un gran empresario presidente del club de fútbol más grande del mundo. A la política socialista la pedían muchos amistad y la escribían. Yo les contestaba siempre con educación, pero cuando iba a terminar la perorata siempre añadía que me ponía cachonda uno de los ministros socialistas de entonces, que me ponía el clítoris como una chistorra al verlo y remataba dicienrda3do que era un hijo de puta, el ministro, porque no me hacía caso. Este final causaba sensación y cabreaba a la mayoría. Conseguí varios miles de amigos, pero finalmente denunciaron el perfil y lo eliminaron. Una amiga me dijo que el yerno del expresidente era un hijoputa y denunciaba a quien le suplantara. No me denunció, pero eliminaron el perfil, a la identidad de su suegra también, tenía ya varios miles de amigos, pero los eliminaron los esbirros de zuckerberg. Lo que más me dolió fue cuando, tras varios años, se cargaron el perfil del presidente del club de fútbol más grande del mundo, también empresario de éxito. Le tenía cariño. Rápidamente consiguió cinco mil amigos. Y la gente lo amaba. Puse su foto, su nombre y un rótulo de presentación que decía: “no se engañen por mi asepcto, soy asquerosamente rico”. En la foto señalaba al frente con los dos dedos mientras hablaba a un micrófono. La gente lo adoraba. La gente lo apreciaba. La gente le escribía, a mi identidad falsa, pidiendo trabajo. Le contaban su vida y acto seguido le pedían trabajo. Todos los días alguno le pedía una oportunidad en sus empresas. Le mandaban cartas haciéndose los buenos, las buenas personas, para pedirle trabajo, un puto trabajo. Yo no contestaba a ninguno. No contestaba a nadie. Veían la foto y le escribían cartas. Asquerosamente rico es el tío y presidente del mayor club de fútbol del mundo, que curiosamente es el equipo de mi barrio, joderos, porque en mi barrio está el mejor equipo de fútbol del mundo. Pero lo mataron, su identidad falsa, no al magnate, sino que un día de buenas a primeras enchufé la cosa y ya no estaba. Y también me ofrecieron administrar la cuenta de Feisbuk de un aspirante a alcalde. La administré. Ganó por mayoría absoluta. Meses más tarde le metieron en la cárcel. Tengo muchos más amigos en Facebook que tú y que tú. Tengo como unos cien mil. Cien mil gilipollas como tú que se hacen fotos de los pies, que cuelgan fotos de su comida, que cuelgan demagogia política de izquierda y derecha para sentirse mejor, que cuelgan solidaridad y buenos pensamientos, que cuelgan fotos de sus hijos, de su familia, que cuelgan fotos de sus vacaciones en Thailandia, que se quejan de la insolidaridad social, que dicen a quién van a votar porque es la opción más justa para todos, que cuentan lo buenos que son, que se apuntan a causas nobles y que cuando cambian de pareja se hacen fotos con ella alrededor de una mesa de un restaurante chino sonriendo mientras se envenenan con sushi con anisakis y glutamato a gogó para que la persona a la que han dejado se joda viéndolo. Cien mil gilipollas como tú.



Un día llamó mi tía por teléfono a casa. Yo tendría ocho o nueve años. Mi tía vivía sola, en todos los sentidos. Cogí el teléfono y le dije todos los insultos que me había aprendido en el colegio. Insultos muy infantiles. Imbécil, idiota, asquerosa, subnormal, cosas así, riéndome. Pensaba que iba a reírse, que íbamos arda4 reírnos de las gilipolleces que había aprendido a decir en el colegio. Cuando terminé de insultarla colgué el teléfono entre carcajadas. Al rato volvió a llamar. Se puso mi madre. Mi tía lloraba como una fuente. No decía que yo la había insultado, sólo lloraba y lloraba, como un río, porque creía que yo se lo decía todo en serio. Mi tía era analfabeta, intentaba aprender a leer de mis libros de preescolar. Desde que su hijo se marchó de casa vivió en la más absoluta soledad, pero la soledad no le gustaba en absoluto. No puedo olvidar que se la escuchaba llorar al otro lado del teléfono, a distancia. Mi tía tuvo tres hijos y dos murieron muy pequeños. Su marido la medía el lomo. Mi tío, el hijoputa de su marido, murió de tuberculosis con menos de cuarenta años. No llegué a conocerlo. Ella fue viuda joven, pero nunca volvió a casarse, aunque un frutero y un huesped que tuvo la pidieron matrimonio. Cuando durante la guerra la tortilla cambió de lado mi tía tuvo que escapar al campo para que no la cortaran el pelo, y le llevaban a mi primo a escondidas para que mamara. Mi tía sufrió mucha soledad durante su vida. Pensaba en alto, parecía que hablaba sola. No puedo olvidar sus lágrimas al otro lado del teléfono, llorando con mucho ruido y como un torrente porque creía que yo pensaba que era imbécil, idiota y asquerosa. Ese llanto que escucho dentro de mi cabeza hace que camine conmigo por las calles de Madrid, que me haga compañía y que en vez de volver a mi casa en linea recta dé siempre un rodeo y pase por su puerta, aunque ya hayan tirado su casa hace muchos años.


No puedes detener lo que vendrá,
las cosas no esperan a nadie,
eso es vanidad.
Debes entender
mi pereza
como gasolina.
Comer mierda
cagar gloria.
Repetir tu plato favorito
una y otra vez,
saborear
todos la misma hez
con diferente nombre.rda6
Muerte.
República Democrática Alemana.
Drechsler, Gohr, Koch.
Salto de Longitud
y velocidad
al follar.
Follar no como tú
que lo haces de
forma frutal,
de uvas a peras.
Echar de menos tu coño
que nunca he violado
echar de menos tus tetas
que jamás he magreado.
Echar de menos tu culo
porque nunca podré
hacerlo filetes
ni
congelarlo
ni
degustarlo en porciones
ni
masticarlo a bocados
pequeños
lentamente para
que siente bien la comida,
hacer bien la digestión de tu culo
y el resto
venderlo a Mercadona
para dar vida
a
hamburguesas mitad
ternera,
mitad
cerdo y mitad
cerda.
No comas tan rápido
que sienta mal
devorar
hijos e
hijas
de puta.

Comer gloria
cagar mierda.
No puedes detener lo que vendrá
las cosas no esperan a nadie,
eso es vanidad.
Irse por
la pata abajo.
Debes entender a
esa puta,
la pereza
como gasolina.
Disolverte en ácido.
Erick Honecker
Cocinando tu hígado.
Muerte.
Heike Dreschler no llevaba bragas.
Marlies Gohr con sus
bellas y peludas axilas,
y la hijaputa de
Marita Koch
corren y corren
pero de tí
echo de menos ver cómo te corres
porque nunca he visto ni veré
cómo lo haces.
Filetes de pollo
con sabor a plástico.
Pollos que nacen
desplumados
criados con
amor.
Violados y castrados
saben mejor. rda7
Tripas.
Carne congelada
y descongelada
cien veces
rompiendo la cadena del frío con
calor,
carne mezclada con
heces de rata, con
restos orgánicos y con
fécula.
Amor fecal y fecular
secular y secularizado.
Colorantes y conservantes
que aportan buen sabor
Vitaminas y proteínas
venenosas.

No puedes detener lo que vendrá
las cosas no esperan a nadie,
eso es vanidad.
El cabrón
de Superratón te lo decía
que no olvidases vitaminarte y supermineralizarte
comiendo mierda y
cagando gloria.
Marco
follando con
Heidi
filmados por el abuelito
pederasta y maricón
héroe de los Alpes.
Debes comprender que
la pereza es gasolina
de tres mil quinientos octanos.
Que es keroseno de
mi cohete
dentro de mis podridas
arterias.
Comer gloriarda5
cagar mierda.
Repetir tu plato favorito.
No puedes detener lo que vendrá
las cosas no esperan a nadie,
eso es vanidad.
Llevo una semana sin ducharme
y no huelo mal
del todo,
y por mucho que te bañes
que te duches
que te desinfectes
no te vas a escapar
de la muerte.

Cuando atraviese las aguas caudalosas alimentadas por la torrencial tormenta del tiempo, Madrid estará conmigo en la memoria, y no me ahogaré en los ríos si pienso en volver a caminar por tus calles, Madrid. Cuando pase por el fuego, las llamas no me abrasarán, porque ya me quemé en tu asfalto, que arde en invierno y hiela en verano. Madrid. Madrid cuna y Madrid tumba. Madrid a secas, Madrid inundada, Madrid reseca, Madrid polvorienta. Madrid.

<para Daniel Prieto, María y Martín>


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