Consultoría

Escrito por Bonifacio Singh el .

Madrid, la ciudad donde casi nunca nieva, pero sin el casi. Madrid, experimento cinegético de las multinacionales farmaceúticas. Madrid adoradora de la espuma. Mi madre siempre me cuenta, tres o cuatro veces a la semana, que el día en que nació mi hermana, a mediados de noviembre, colgaban chupetes de hielo de nuestro balcón. Pasadas unas décadas, noviembre es casi una prolongación del verano, otoñea cada vez menos. Ahora estamos atravesando al “general febrero”, como decían los rusos de Stalingrado, pero es un alto oficial degradado a simple cabo chusquero, de esos que roban la mitad del rancho. ¿Dónde estamos? Cómo con mi madre la sopa recalentada de verduras descongelada mientras vemos “La ruleta de la fortuna”. Siempre quise participar en ese concurso, sueño con romperles la banca, con resolver el panel imposible y con estrangular al cantante que ameniza con gallos el concurso. “Pobrecillo, ¿quién lo habrá enchufado?”, dice mi madre al verle entonar. Sueño con mentir como un cabrón en el cásting para conseguir al fin que me llamen, diciéndoles que soy tornero fresador y que me gustan las películas de Stallone, incluso las porno iniciales de su carrera. De segundo comemos filetes de pollo, también descongelados, yo les añado encima una salsa barbacoa barata que compro en el Alcampo. Me cuenta mi madre hoy que Almudena, la peluquera de toda la vida del barrio, acaba de morir, llevaba un tiempo en silla de ruedas, habrá descansado en paz. Mi madre se ha enterado hoy. Su hijo murió hace pocos años de un derrame cerebral, seguramente a causa de las sustancias que ingería con asiduidad. El padre y marido de ellos se fue al otro barrio ya hace un par de décadas. No queda ya ninguno de esa estirpe, ni el perro que siempre paseaba con David, el hijo, el pobre can que hace dos años murió de viejo. Muchas muertes, hablamos casi siempre en las comidas de muertes o enfermedades, como elaborando una especie de vacuna de las propias que inevitablemente nos esperan, de la extinción de nuestra ralea.

consultoria2Mi progenitora y yo somos de otro tiempo, de uno que ya se está muriendo, que está casi palmando, vamos derechitos al negro hoyo. No somos de esta época, de los geek, de los palos de selfies ( el gran invento que sirve a partes iguales para hacer el gilipollas y para darte placer anal), de la consultoría. “Consultoría”, un vocablo chusco, de sentido muy abierto, de enorme extensión y referencia, que huele y sabe a humo. “Consultoría”: dícese de estudiar en universidades caras del primer mundo para administrar bien el mal ajeno en el tercero. “Consultoría”, un cajón de sastre lleno de caspa y mierda a partes iguales. La encargan los vagos o los idiotas, y los antiguos como yo preferimos a los hijos de puta conocidos que a los boludos por conocer. El fontanero es consultor de cubos sinfónicos atascados de caca, venga, vale ese sí me sirve. Pero, aparte, hay otros miles de tipos de consultores, que no desatascan mierda, sino que se dedican al disimulo, a viajar al tercer mundo a administrar las limosnas de las ONG, en plan turista accidental. A veces los consultores los empalan los bravos mandingos de las minas de coltán, o los ajusticia el ISIS, y no no puedo negar que me río para mis adentros y para mis afueras. Señor consultor: ¿crucifixión? Sí, por favor. Pero, aún debajo de ese permafrost de hez, en lo más ruin del subsuelo, por debajo del imperio subterráneo de las ratas, están los consultores a sueldo de fundaciones lavadero y de estados absurdos, de esos que gobierna gente a quien le gusta sacar leyes que obligan a llevar la ropa interior por fuera. No puedo ocultar que Maduro es uno de mis héroes, porque me encantan sus chandals y su bigote a lo Sadam Hussein.

Sospecháis de esta verborrea, ¿verdad? Hay algo raro en mi supuesta argumentación “¿Toda esta mierda para hablar de Monedero?” Más o menos. No sólo de Monedero, aunque él es el hombre de moda. Es que no puedo disimular que uno de los estratos de la sociedad que más repugnancia, si cabe, me provocan es el de los departamentos universitarios. Qué hijos de puta con licencia para decir misa. Nunca me gustaron las iglesias, prácticamente me obligaron a hacer la comunión. Para escuchar misa prefería las aulas, sin duda, me siento cómodo haciendo crucigramas o sudokus en las clases de la universidad, allí sentía un calorcito reconfortante, como si asistiera a un oficio en la catedral de Chartres, y los catedráticos y profesores tradicionales me acunaban, me hacían pasar el rato en amor y compañía. Hasta que el hijo de puta de Ángel Gabilondo, con su cara de follar de canto para no asustar a la hembra, implantó el Plan Bolonia, que convirtió ese paraíso en continuas charlas de café entre profesores y alumnos con ansia de notoriedad. Dichosos los que no tienen que disfrutar de más dialéctica que la escrita sin rendir a la usura de la erudición oral vasallaje.

Destruyeron mi lugar favorito, donde se vegetaba tan agradablemente. Esas clases ahora aumentan el ego sin fondo de personajes como Errejón, que es uno de esos tipos a los que antiguamente amenazábamos desde las filas traseras de las aulas. Errejón es uno de esos gilipollas que impiden e impedían el camino a gente con verdadero talento. Sí, he conocido a algunos tipos con verdadero talento, además conjuntado con los huevos suficientes como para hincar los codos de verdad, tíos ante los que hago genuflexión sin dudarlo. Ninguno de ellos ha llegado a nada en los departamentos universitarios “gracias” a los Errejones hijos de puta de turno, a su sempiterno talante chupapollas. Dirán que me pongo un poco dramático, pero es cierto lo que digo, los odio a muerte. Ahora me arrepiento de no haberme cargado a unos cuantos en su momento, cuando los teníamos a nuestro alcance, hagamos crowfunding para pagarles un viaje a Mosul para intentar convencer a los de ISIS de que matar es malo para el colesterol.

consultoria4¿Qué queda en Monedero del joven Pasha Antipov, ese que miraba atolondrado a los ricos desde el exterior de las cristaleras de los restaurantes cuando iba de “manifa”? ¿Se ha convertido totalmente en Strelnikov? ¿Vive en un tren que viaja sin rumbo buscando a la casta de los rusos blancos para arrancarles los huevos? Yo pienso que no, no tiene cara de tener huevos. Él sigue soñando con follar con Carmen Lomana, su Lara de turno, en el Ritz, porque en realidad todo el misterio humano trata de eso, de follar. A pesar de haber ejercido el poder de profe universitario charlatán sobre las alumnas durante años, en la cara de Monedero se nota a una legua que no ha follado lo suficiente.

consultoria6Quito la televisión justo al comenzar el Telediario. Luego sesteo un rato al calor del radiador de gas natural argelino o libio. Entra en mi mente, poco a poco, el rumor del sueño mientras escucho cómo Rick Harrison insulta sin mala intención a Chumlee. Luego me despierto y, para curar malos sueños, espero hasta que oscurece. Entonces salgo y camino durante cincuenta y dos minutos exactos desde mi casa hasta la Puerta del Sol, de Varikyno a Yuriatin y, luego, en la puerta de La Mallorquina, cojo el metro, de vuelta. Todos en el vagón viajan acompañados por sus móviles, con los que viven una apasionada historia de amor en medio de la tundra helada de la meseta. Uno washapea, otro juega a mierdas, otro ve “Pasapalabra”, ese concurso tan aborrecible con ese presentador que se cree guapo y listorro. Salgo a la superficie el primero de mi tren, trepando por los escalones a saltos, Ahí arriba se ve la luna, ahora que el viento y la lluvia medio ácida han limpiado los cielos de Madrid. Y allí, en algún sitio, está Marte, adónde algún militante de Podemos viajará en la próxima expedición sin retorno patrocinada la China post apocalíptica, por El Corte Inglés y por un par de compañías petrolíferas de un jeque. Dirán, como reclamo, para que los incautos se alisten en la suicida empresa sin preguntar, que les acompañarán un par de astronautas yonkis prositutas rusas, traviesas y abiertas a todo. Folla pagando y al final acabas ahorrando. Mala ciudad Madrid, experimento de consultoría, ciudad borracha de revolucionarios del superyo. Madrid plutócrata. Madrid, restaurante antropófago de lujo. Madrid descabalgada. Madrid en cohete espacial hacia Alfa Centauro, sin billete de regreso. Madrid sorbiendo sopa recalentada. Madrid, ¿dónde has estado?


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