Apnea del miedo

Escrito por Bonifacio Singh el .

apnea1

Madrid. Sarampión. Neumonía. Rubeola. Escarlatina. Viruela. Peste, negra o blanca, a tu elección. Paperas. Gripe española, gripe asiática, gripe de su puta madre o del cabrón de su padre. Neumonía. Fibrosis pulmonar. Linfoma de Joaquín y de no Joaquín. Moquillo. Tosferina. Leismaniosis, los perros también juegan a este juego. Solo escuchar por las noches el ruido de los ronquidos de mi padre en la habitación de al lado me hacía sentir seguro. Apnea del sueño y del miedo.

apnea2Mi hermana y yo pasamos casi todas las enfermedades contagiosas para los niños posibles. Dormíamos en la misma habitación hasta que ella se marchó porque se casó. Nos pegábamos todos los males y hasta los piojos, porque la cabeza de mi cama dama en los pies de la suya. Mi madre llegó a pasar incluso la viruela en la postguerra. Tiene marcas en la tripa junto a las cicatrices de dos cesáreas. Voy a un supermercado y robo un par de paquetes de mascarillas FPP2. Vuelvo a casa. Me tumbo en la cama y pongo la tele. Noticias sobre cómo Zelenski se mide la polla con Putin. Sobre el precio de la gasolina. Sobre políticos de aquí y de allá haciendo como que quieren salvarte. Derechas e izquierdas. Pienso en Norberto Bobbio. Pienso en cinturones de explosivos anudados a mi cintura. Y en mis manos en tu cintura. Pienso en que si me diagnosticaran un cáncer terminal no deberían dejarme entrar en ningún mitin político, del color que sea, ni en el Camp Nou. Cambio de canal. Ponen “Hoosiers”. Es una película que habla sobre “el milagro de Milán”. Pero ese Milan estaba en Indiana, no en espaguetilandia. Un pequeño colegio gana el título de baloncesto estatal. Gene Hackman, que ya nació viejo, se liga a Barbara Hershey, que estará buena hasta en el ataúd, de cuerpo presente, y que a los treinta y pico estaba cañón. Recuerdo otra película, “El ente”, en la que una presencia del más allá le arrancaba la ropa y la obligaba a un coito salvaje tras otro sin que nadie pudiera evitarlo. También sale Dennis Hopper en la película baloncestística. Hace de alcohólico, de padre derrotado. Sus registros son siempre de borracho, de drogadicto o de loco, en este caso le da al frasco más de la cuenta. Pero el cabrón tiene siempre humanidad interprete a quien interprete. Le dice a su hijo que ninguna escuela tan pequeña ha ganado el campeonato estatal, que salga ahí y que acabe con ellos, con los bigardos del colegio grande. Pero en realidad no se refiere a todos esos, que son unos negratas de más de dos metros que amenazan con aplastarlo, sino que le sugiere entre lineas que gane para joder a todos esos blancos hijos de puta que le han hecho siempre la vida imposible en su pueblo solamente porque no quería ser como ellos. Yo tampoco quiero ser como vosotros.

Mi madre era pequeña y flaca, pero podía soltar golpes duros. Una vez que la intentaron robar metió una tremenda hostia con la cadena de la perra al ladrón y luego lo persiguió corriendo por la calle con el puño manchado de sangre. No tenía miedo, en la guerra vivió bajo las bombas, casi en el frente. Pero tiembla en la mesa mientras come delante de mí porque ahora teme no recordar. Ya casi no se acuerda de quién es ni de quién fue, ya ni sabe quienes fueron todos ellos. Ellos. Los suyos. Toda esa riada humana que se largó. Le tiemblan la cuchara y el tenedor como si tuviera el baile de san Vito. Es triste verlo, ver el miedo. Tifus. Difteria. Malaria. Artritis. Fascitis. Artrosis. Artritis. Cirrosis. Hepatitis. Cardiopatía. Infarto de miocardio. Dermatitis seborreica. Psoriasis. Disipela, mata o pela, decían los antiguos. Te han colocado dos muelles en el cuore y todo el mundo te dice que no pasa nada, que la vida sigue, pero no es así, son solo mentiras piadosas, vas a estar jodido hasta el día que te mueras, escucha la falsa piedad e intenta creértela, por tu bien, por tu cordura. Creer en toda esta mentira cuando no hay salida ni solución.

apnea3Cuando tenía tres años tuve una extraña enfermedad. Fue una reacción a la penicilina. Se me llenó el cuerpo de llagas, por todas partes. Tengo alguna marca en los pies y en la espalda todavía. No me acuerdo de nada de ello. Tenía tres años. Mi madre me contaba que me puse como en coma durante mucho tiempo. A partir de los cuatro años sí recuerdo casi todo nítidamente, pero nada de antes de la enfermedad. Algunos días me dieron por muerto. Pasaron los meses. Solamente podían aliviarme el dolor con pomadas. Mi hermana lo sufrió especialmente también. Es siete años mayor que yo, y tuvo que apechugar con que yo absorbiera toda la energía de la familia. Un día, mi tía Antonia le dijo a mi madre: “parece que hoy está mejor”. Y mejoré. Y sobreviví. Resucité de entre los muertos. Mi hermana siempre me vio desde entonces como un rival, como un vampiro de atención. Nunca hemos tenido una gran amistad. Distancia generacional o como quieras llamarlo. Vivimos en planos de la realidad diferentes. Pero es que yo vivo también en un lugar diferente a tí, y a tí también, aunque estés ahí al lado, fui consciente de ello desde la primera vez que me vi en el espejo. Siempre admiré a mi hermana. Consiguió magníficos trabajos desde joven. Era la típica imagen de triunfadora. Pero no lo era tanto. Nunca dio con la tecla de la gente. A mí se me da mejor el trato con las personas. Es algo con lo que se nace pero que no da dinero, y además no me gusta ejercer ese superpoder, me estresa. De repente un día me quité la venda de los ojos y me dí cuenta de que mi hermana había desaparecido por completo de mi vida, de que era una persona extraña. Su marido perdió un millón de Euros e intentó suicidarse, y ella entonces desapareció del todo dentro de sí misma. Ya no está. Ya no queda nadie en mi familia. Se han ido todos. Mi madre también se ha marchado. Se pone a gimotear porque no se acuerda de las fechas de los cumpleaños. Solamente recuerda su número clave de la tarjeta de crédito. Yo podría reconocer a mi hermana por los ojos en una foto entre un millón de personas. Los ojos inconfundibles de mi padre, y los míos. Me empecé a dar cuenta de que mi padre no era tonto después de que muriera. Mi padre sabía situar muchas cosas en un mapa, y guiarse por el mundo sin mirar el puto guguel ni vuestros gepeeses. Sabía donde estaba el mar Adriático, y eso que apenas fue al colegio. Yo creo que incluso sabía situar Ucrania en un mapa, no como tú, ni como tú, ni como la mayoría de los que hablan de la guerra de Putin contra Zelenski en los telediarios, que no saben dónde está el mar Negro ni el agujero negro de su propio culo. Se me daban bien los mapas, porque me gustaban los atlas. Yo podía decir todas las capitales de los países del mundo y situarlos en un mapa. Y también puedo recordar la voz de mi padre cuando me levanto cada mañana para poner un pie delante de otro y sobrevivir.

apnea4Uno de nuestros compañeros de clase faltó a clase durante todo el primer mes de curso. Luego apareció, y nos contó que había cogido el tifus en su pueblo, por el agua contaminada de meados de los animales. Estuvimos otro mes sin acercarnos a él por miedo al puto tifus. Él llevaba un mugriento aparato corrector en los dientes, seguro que de allí había brotado el tifus, no de los animales. Su pueblo no estaba en Indiana. El niño baloncestista de un pequeño pueblo del interior cateto de los Estados Unidos de la mierda de América soporta los gritos de Gene Hackman, éste cada vez más excitado por Barbara Hershey, muy empalmado se le nota según pasa el metraje, y mete la canasta final y su equipo gana. Pero luego no le fichará ninguna universidad, se joderá y tendrá que quedarse en el puto pueblo de mierda trabajando de dependiente o de camarero esclavo, al estilo Daniel Prieto, y se convertirá en el borracho del pueblo, como su padre Hopper, que es el pirado del pueblo pero al mismo tiempo el más noble y el más majo. Cambio de canal. Un equipo de fútbol de monjas patrocinadas por El Vaticano juega en el patio de un colegio, controlan el balón de puta madre, y el papa va a verlas jugar, porque dice que a él le gusta el fútbol porque es hincha de San Lorenzo de Almagro, pero en realidad va a mirarlas para luego, con esas bizarras imágenes grabadas en la mente, masturbarse en el baño de su residencia de Castelgandolfo. En la Complutense había un equipo de fútbol sala de lesbianas que seguro que nos hubieran ganado por goleada. Me caían muy bien aquellas bollo. Ratzinger sigue vivo, y seguramente también se hace pajas, o se las hacen a cuatro o seis manos algunos monaguillos a los que atrae invitándolos a merendar hostias con burundanga. Cambio de canal otra vez. Ponen “Flashdance”, donde sale Jenifer Beals haciendo roles de hombre pero siendo la mujer más guapa del mundo. Nani Moretti se hacía pajas viendo esta película, hasta el papa de Roma se tocaría viendo a esta chica en la tele.

Mi hermana ha desaparecido, pero podría reconocer sus ojos entre los de un millón de personas. Veo sus ojos en una foto. Lo que fuimos y no volverá a ser, porque el tiempo corre hacia delante sin forma de pararlo. El tiempo no se arrepiente. Encefalopatía espongiforme. Horquitis. Mielitis. Bursitis. Sífilis. Neurosis. Meningitis. Hidrocefalia. Colon irritable.

apnea5Aguantar la respiración y el miedo. Hay una única misión en la vida de todos: ayudar a atravesar el miedo a los demás. El miedo, los momentos en que la vida da miedo. No hay fórmula exacta para lograrlo, solamente se puede permanecer al lado de alguien y rezarle a la nada para que se pueda aprender a sobrellevarlo. Apnea del miedo, no respirarlo, el miedo es como gas sarín. Jugábamos a churro va. Me había tocado hacer de mula de carga. Entonces Jose saltó y me dio una patada en la cabeza, sin querer queriendo. Quedé agilipollado al instante. La ceja comenzó a sangrarme a borbotones. En el baño, me colocaron un esparadrapo sujetando el trozo de carne. Me enfadé con Jose y le dije que le iba a partir la boca. Estuve semanas sin hablarle. Luego volvimos a ir a los bares juntos a jugar a las máquinas. Todavía tengo tu marca en la ceja. Moriste a los dieciséis pero yo llevo tu huella en mi cara, puedo verla, puedo verte, cada vez que me miro por la mañana en el espejo. Lo mismo que veo a mi padre, y a lo que fue mi hermana, sus ojos, y a mi madre, y seguiréis vivos mientras yo ponga un pie delante del otro por las calles de Madrid, aunque sea en mi puta sesera lo estaréis. Subo una colina de escombros en medio de un paisaje desértico, yeseras del sur de Madrid, pero, desde arriba de la montaña artificial de mierda, de repente veo sobresalir un inmenso campo rojo de amapolas. Dice Mercado Navas que crecen donde no se echan fertilizantes, en las lindes y en las tierras valdías o abandonadas, en los descamapados comanchería de las afueras de Madrid. Estar sólo, Respirar. Apretar los dientes. Correr sobre tu reseca superficie, hacia ningún lado, Madrid.

Sabes que nada
tiene remedio.
Aguantar la respiración
y el miedo.
Aguanta,
pero
es triste verlo.
Sus ojos siempre están ahí.
Linfoma de Hodgkin
o de Joaquín.
Sífilis, paperas, sarampión y cáncer.
Cartillas de racionamiento
de vida.
Apnea del sueño y del miedo.
Condena a muerte sin necesidad de prisión.
Los barrotes te los pones tú de serie.
Fraga camino de Palomares
folló con tu abuela
y podrías ser su bastardo.
Encefalografía espongiforme
tiene tu hijo de nacimiento.
Hijos de los hombres,
hijos de los cerdos.
Carretillas de Viagra en tu habitación
que no hacen ningún efecto.
Polla valdía.
Eres viejo y
asqueroso,
y sabes que nada
tiene remedio.
Apnea del sueño y del miedo. apnea6
Sus ojos siempre están ahí,
mirándote.
Tu mujer se masturba hasta pensando
en Zelenski,
ese enano cabrón ucraniano,
mientras Chanel baila en tanga
para el Batallón del Azov.
Luchas por un mundo libre
de fertilizantes, colorantes y conservantes,
y por tu vida.
La acerería de Azovstal está en tu
cuarto.
Túneles sin final y sin salida
llenos de heridos sin futuro.
La ciencia solucionará todo
menos tu muerte.
Campos de amapolas naciendo de
excrementos de cerdo.
Ratzinger sigue vivo
y pelea contra Mazinger Z,
el robot más hijo de puta del mundo.
Guerra sin cuartel de dibujos animados
que se destripan
con una sonrisa.
Enfermedad asesina
diosa de tus noches insomnes.
Jennifer Beals bendito sea tu nombre
en tu culo encomendamos nuestro espíritu.
Bendita sea tu voluntad,
muerte,
así en la tierra como en el infierno.
Peste, cáncer y difteria
de vida,
siempre mirando al cielo.
El pan nuestro de cada día
quítanoslo para que no nos engorde.
Y líbranos del bien
y del odio.
Aunque encajes bien todos los golpes
es triste verlo.
Sus ojos siempre están ahí.
Aguantar la respiración,
apnea del sueño y del miedo.
Sabes que nada
tiene remedio.


Imprimir