Fin de curso

Escrito por Benny del Paso el .

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El año académico ralentiza su despedida en noviembre. Estudiantes de primaria, secundaria y educación universitaria empiezan a sentir los estragos de un año que dice adiós, mientras entrenan los últimas carreras cortas para alcanzar la meta de diciembre. Y pasar al siguiente curso. En esta etapa final, las administraciones educativas hacen balance del año. Diagnóstico: el sistema de enseñanza sudafricano es un enfermo crónico sin tratamiento eficaz. Asiduo entre los penúltimos en listas internacionales que evalúan la calidad educativa de los países a través del nivel de conocimiento en matemáticas y lengua. En el último barómetro educativo publicado por el Foro Económico Mundial, los estudiantes de primaria sudafricanos son los penúltimos de la lista, dejando amablemente el último puesto a los estudiantes de Yemen.

curso2Los diferentes Gobiernos del ANC echan balones fuera cuando se habla desde el campo del análisis del estado de la educación en Sudafrica. La espada de Damocles pende sobre la cabeza de los cinco gobiernos democráticos sudafricanos. El sistema educativo público es una fábrica de desigualdad para los jóvenes nacidos con derecho al sufragio universal. La puerta de entrada al bienestar de las nuevas generaciones, que huyen de una situación de precariedad y sueñan con un futuro mejor que el de sus padres, es pateada por políticos a cargo del diseño e implementación de una enseñanza gratuita y de calidad. Y con ello, la convivencia pacífica entre conciudadanos está en peligro. Desde la instauración de la democracia, uno de los objetivos en el horizonte era dispensar una educación básica universal basada en la equidad. Los sucesivos gobiernos democráticos han sido incapaces de encontrar los caminos que lleguen a un sistema que reduzca la desigualdad de oportunidades que mina el país, y su paz social.

25 años después, no se ha reducido a escombros el edificio del sistema educativo erigido para sostener una ideología racista. Muros de contención levantados entre a los que se destinaban recursos, y a los que se enterraban en la cuneta de asfalto y polvo. Los paladines del actual sistema de enseñanza estatal sudafricano quisieron reformar el modelo de administración de las escuelas públicas impuesto por el Apartheid. Un sistema de gobierno escolar supeditado a la autoridad de la administración blanca constituida jerárquicamente. Para su reforma se creó un nuevo órgano de dirección en el que miembros de la comunidad, en la que se ubican las escuelas, son los encargados de velar por la calidad y el modelo de escuela que la comunidad necesita. El instrumento que se puso en marcha fue el School Governing Bodies, órganos en el que representantes de padres, estudiantes, profesores y directores de los colegios tuviesen plenos poderes para gestionar sus centros, incluido el presupuesto, mantenimiento y precio de matrículas, requerimientos para admitir estudiantes, contratación de profesores, elección de asignaturas de libre elección y actividades extra-escolares (muy importante teniendo en cuenta que en Sudáfrica el horario obligatorio escolar es de 8 de la mañana a 13h).

El proyecto en papel tenía sentido y transpiraba horizontalidad, incluía a todos los jugadores afectados por las nuevas reglas de juego. Su implementación evidencia la ineficacia de descentralizar el poder de decisión a los afectados, para gestionar unos centros de enseñanza que promuevan el valor de equidad e inclusión. En la práctica, los centros escolares han enquistado la desigualdad heredada del autoritario régimen racista. Los colegios ubicados en barrios residenciales de clase acomodada pueden imponer matrículas que compiten, en precio, con los centros privados, y gestionar presupuestos que triplican los de aquellos colegios ubicados en Townships y zonas rurales. Donde las escuelas públicas no pueden presionar financieramente a padres sin recursos y sobreviven exclusivamente del montante financiero transferido por el Estado. El poder de maniobra de estos órganos de dirección escolar son tan poderosos e independientes de las líneas marcadas por el ministerio de educación, que pueden revertir cualquier política encaminada a fomentar la inclusión racial en sus centros.

curso3Una hilera de árboles centenarios nos acompañan en nuestro caminar hacia la entrada majestuosa de un edificio de arquitectura victoriana. Siguiendo las piedras dispuestas para proteger el césped recién cortado nos topamos con la entrada a la escuela primaria pública de Rondebosch. Altos techos que descansan en paredes pintadas regularmente y que provocan en los alumnos una sensación de amplitud, espacio. Pupitres y sillas, sin aglutinación, alrededor de la gran mesa del profesor. Niños, sólo niños, corren, saltan, gritan, descansa sobre jardines añejos enmarcados por árboles de hojas perennes que anuncian la llegada de la primavera, y con ella el fin del año escolar. El tiempo de recreo para los alumnos de primaria de la escuela pública de Rondebosch transcurre entre un paisaje de tonos verdes, marrones, rojos y amarillos. A las faldas de la Table Mountain, en el corazón del barrio colonial inglés de clase media alta de Ciudad Del Cabo. Desde donde, alzando la vista hacia la Table Mountain, deslumbramos el mausoleo de Cecil Rhodes junto al edificio de la universidad de Ciudad del Cabo. Los hijos de la clase acomodada sudafricana, que puede permitirse pagar una residencia alrededor de 300.000 euros, consiguen boletos ganadores para que sus hijos sean admitidos en alguna de las escuelas públicas de edificios victorianos y holandeses que pueblan el barrio al sur de la ciudad.

No muy lejos, cruzando la autopista que une Ciudad del Cabo con Somesert West, se alza una de las Townships más viejas construidas por el régimen Apartheid en la ciudad. Nyanga, luna en Xhosa, está al otro lado de Rodenbosch. Son pocos los kilómetros que separan estos dos barrios, pero el diferencial de la renta per capita de sus residentes se mueve de arriba a abajo como placas tectónicas a punto de producir un terremoto social. En Nyanga el asfalto degradado por el trasiego de la circulación nos recuerda que hemos entrado en los suburbios de los que no poseen. No hay rastro de árboles centenarios que anuncien la cercanía del parque natural de la Table Mountain. Respiran polvo y pisan asfalto los alumnos que se encaminan hacia la entrada de la escuela pública de Mkhanyiseli. Rejas y alambres palmean su entrada en el edificio rectangular de ladrillo amarillo y ventanas con rejas, diseñado para abaratar los costes de construcción a la administración pública sudafricana. En la escuela primaria pública de Rondebosch, sólo han trabajado dos profesores titulares negros en sus 150 años de historia, una profesora de lengua vernácula Xhosa y una profesora de quinto grado que fue forzada a dimitir tras sufrir el bulling de padres incómodos con que una profesora negra enseñara a sus hijos, entre los padres acosadores la mujer del actual líder del segundo partido más votado en las últimas elecciones, Mmusi Maimane. En la escuela pública de Mkhanyiseli ha habido profesores negros, mestizos y blancos.

A pesar de los 13 millones y algo de estudiantes matriculados en la enseñanza pública obligatoria sudafricana, los profesores contratados para enseñar en las 30.500 escuelas repartidas por el país, no llegan al medio millón. En España, con ocho millones de estudiantes, unos 700.000 profesores se personan en los 28.211 centros de enseñanza pública para enseñar. La inversión hace aguas en el momento de cuadrar números con recursos humanos e instalaciones, además de navegar a contracorriente por los altos índices de corrupción a nivel provincial y local. La búsqueda de fórmulas de éxito curso4que saquen de la penuria educativa a la mayor parte de la población chocan contra el muro de la desigualdad y discriminación en el país. La calidad educativa de las escuelas, históricamente para negros, se reconoce como muy mala, a pesar de que estas escuelas albergan el 80% de las matrículas de estudiantes de educación básica en el país.

Profesorado desmotivado, desigualdades en la concentración de recursos entre las diferentes instituciones educativas, ineficiencia en la administración de los presupuestos, negligencia y falta de rendición de cuentas en el diseño e implementación de presupuestos, han desembocado en una brecha de resultados académicos entre las escuelas ubicadas en las Townships de las ciudades y zonas rurales, donde se matricula el 80% de los estudiantes, y los barrios acomodados de las grandes ciudades sudafricanas, donde residen la clase media alta y muy alta. Nacer dentro de una familia residente en uno de los barrios acomodados de Ciudad del Cabo, te sitúa en una posición de salida en ventaja con el resto. Nacer dentro de una familia residente en una de las Township de Ciudad del Cabo, te sitúa en una posición de salida en desventaja con el resto. Las escuela de Rondebosch puede encarar el nuevo año académico con una subida de la matrícula, la contratación de profesores de apoyo, y nuevos ordenadores. La escuela de Mkhanyiseli tendrá que suplicar una ampliación de fondos estatales para el próximo año académico. El sol nunca se pone en Rodenbosh, el sol nunca sale en Nyanga.


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