A Cuba

Escrito por Benny del Paso el .

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Abren los ojos. Sombras interrumpidas en movimiento les anuncian que no están solos. Sonidos perdidos que rebotan en las paredes de una gran sala de hospital les anuncian que siguen en tierra angoleña. Voces extrañas que cantan en lenguas extranjeras, lenguas que no entienden pero reconocen. Son hombres cubanos que les acompañan en su diáspora en tierras lejanas. Médicos y militares lugareños de una isla caribeña que atienden las necesidades de los grupos insurgentes africanos en su búsqueda del camino hacia la liberación de sus pueblos. Es la solidaridad internacional ejercida por el pueblo cubano. Es Angola en los años 80. Operação saludando octubre.

cuba2Sólo habían pasado diez años desde la independencia de Portugal. El territorio angoleño era el escenario de una sanguinaria guerra civil. Los perdedores en la liberación colonial querían recuperar, a sangre, el régimen autoritario derrocado con la colaboración de los gobiernos de las antiguas metrópolis europeas. El pueblo angoleño no estaba solo. Los líderes independentistas africanos aprendieron de la solidaridad internacional cubana, del sentimiento de hermandad entre organizaciones que luchan por una misma causa. La Angola recién liberada hospedó en su territorio a organizaciones de liberación nacional africanos, siempre de la mano de la solidaridad cubana. Eran los años finales de 1980, los campos de entrenamiento militar del ANC de Sudáfrica y del SWAPO de Namibia se dispersaban por el territorio de la antigua colonia portuguesa, eran los últimos años de la guerra fría.

Fue en tierra angoleña donde se sucedieron las batallas más vanagloriadas de los movimientos de liberación en el mundo. El enfrentamiento militar en Cuito Cuanavale pasó a ser un hito en la historia de la independencia colonial del continente africano. La lucha entre David y Goliat. Entre verdugos y víctimas. Frente a frente. Fue en este rincón del mundo donde los cubanos, apoyando militarmente a las fuerzas armadas de liberación angoleñas, FAPLA, vencieron a la poderosa fuerza armada sudafricana, apoyada por la inteligencia militar norteamericana. Una victoria que desencadenó la liberación de los últimos pueblos africanos que perecían bajo el yugo colonial, a miles de kilometros de Cuito Cuanavale. Una derrota clave para entender la cadena de sucesos que finalizó, a principios de los años 90, con la independencia de Namibia, bajo el liderazgo de SWAPO, y unos pocos años después, con la descomposición del régimen colonial oligárquico sudafricano y la inauguración del gobierno democrático del ANC.

La Cuba revolucionaria está diseminada en la historia del continente africano. La cumbre Bandung en 1955 inició el movimiento de los países no alienados y con ello el despertar independentista en África. El triunfo del movimiento revolucionario cubano alentó la evolución de líderes socialistas y de sus procesos de descolonización. Patrice Lumumba, Julius Nyerere, Kwame Nkrumah, Agosthino Neto, Eduardo Mondale, Amílcar Cabral, Ben Barka, Felix Moumie, Sylvanus Olympio, Kenneth Kaunda y Oliver Tambo, bebieron de los mismos manantiales revolucionarios que los movimientos de liberación latinoamericanos. Compartiendo ideales, compartiendo sueños. El sueño de la liberación de los pueblos de la tiranía colonial y capitalista. La violencia y crueldad establecida por los regímenes autoritarios coloniales en el continente africano llegaron a su fin, pero con un coste demasiado alto. Hoy se sigue limpiando el reguero de sangre dejado por una sucesión de guerras civiles fraticidas donde las antiguas metrópolis europeas fueron jugadores activos. Una batalla sanguinaria entre dos visiones del mundo, esceneficada en recónditos lugares del planeta, en donde la luz del taquígrafo estaba apagada para actuar con total impunidad, violando tratados de derechos humanos ratificados por esos mismos gobiernos.

cuba4Al sur del continente africano, las antiguas metrópolis europeas y Estados Unidos, contaron con un clave aliado para frenar el estallido de los movimientos de descolonización. El régimen Apartheid suudafricano no escatimó en recursos financieros, militares, e humanos para participar, directa o indirectamente, en la destrucción de cualquier movimiento de liberación y formación de gobiernos socialistas en África. La tecnología armamentística importada de Israel, la asistencia técnica de gobiernos aliados liderados por Margaret Thatcher o Ronald Reagan, hicieron las delicias del Goliat blanco en el continente africano. Pero se toparon con la solidaridad internacional cubana. Y David venció a Goliat en Angola.

Esa parte del mundo africano, la que está al lado de los desprotegidos, llora la pérdida de uno de los símbolos revolucionarios que inspiraron a millones de africanos. Hombres y mujeres recuerdan hoy a sus camaradas cubanos con una sonrisa de agradecimiento. Esos días en el exilio, en el que hombres desconocidos con acentos extraños se convertían en sus vecinos en las barricadas, yaciendo a su lado sobre la misma tierra roja. Recuerdan a los que estuvieron allí cuando más necesitaron la solidaridad internacional. Resuenan hoy sus enseñanzas revolucionarias. Su solidaridad. Esos días en que aprendieron palabras de la lengua de los cubanos que incorporaron a sus himnos. Aldeanos de recónditos lugares africanos siguen topándose, hoy, con la solidaridad internacional de cientos de médicos cubanos, en escondidas clínicas rurales donde nadie quiere enterrar sus huesos. Miles de jóvenes africanos pueden, hoy, alcanzar sus sueños de convertirse en médicos en las universidades cubanas. ¡Viva la solidaridad cubana!. La lucha continua.

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