Fuego y muerte en Johannesburgo y Durban

Escrito por Benny del Paso el .

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Siete días de saqueos y sangre en el mes de julio. Destrucción por las llamas de centros comerciales, naves industriales, camiones, contenedores. Una semana de caos en las calles de dos de las principales ciudades del país, Johannesburgo y Durban. Un total de trescientas cuarenta y dos muertes. Estamos en Sudáfrica. Si lanzamos una colilla encendida en un silo de forraje, es probable un inmediato efecto: veloz propagación del fuego. Un año y pico de vida en confinamiento pandémico de la mano de covid-19. Una sucesión de olas que dejan devastados sectores socio-económicos en perpetua inestabilidad y precariedad: la clase trabajadora y empresa pequeña. Un silo de forraje seco, donde la caída de una colilla encendida libera la rabia envuelta en fuego.

durban2La chispa está vez fue el encarcelamiento de antiguo presidente, Jacob Zuma, un asiduo de la LNMO. Aquel joven Jacob Zuma, hoy a un año de ser octogenario, ha sido el protagonista recurrente de las tragedias y corruptelas de la vida sudafricana en los últimos diez años. Un halcón dentro de las filas de los servicios de inteligencia sudafricanos durante los tiempos de clandestinidad del partido en el gobierno. Un hombre de gula por las mujeres y el dinero. Quien durante sus dos presidencias intentó engullir una gran tajada de las arcas del estado. Un narcisista que arrasa por donde pasa, dejando la tierra y al pueblo extenuado.

En pleno invierno austral, sus esbirros diseñaron una campaña de sabotaje mimetizando las películas de acción Made in Hollywood. Hombres camuflados en redes sociales azuzaron a una jauría de enrabiados a saquear y sabotear puntos estratégicos del motor económico sudafricano. Fueron pocos esbirros y con menos recursos, pero eficientemente articulados. Las redes sociales, una vez más, han jugado un papel clave para su organización y coordinación. Al estilo de pequeñas células actuando independientemente, con una mínima coordinación, han vuelto a mostrar la debilidad de las fuerzas de seguridad e inteligencia estatales. Un momento de locura que llena las pantallas de televisión y móviles por un corto tiempo. Un instante de entretenimiento antes de ser, finalmente, aplacado por la fuerza mayor estatal bajo control ejecutivo en un corto tiempo.

La orgía de saqueos y sabotajes se inició en dos de las provincias más pobladas y motores económicos del país, Gauteng y Kwazulu Natal. Esta última, cuna del joven, ahora octogenario, Jacob Zuma. La conexión no tiene que ser desmerecida. Tras años de saqueo estatal sin freno, donde un buen número de colegas de partido se convirtieron en ricos de recién puño que coleccionaban jóvenes exuberantes en carne y marcas de lujo. Lo sabemos. Fuimos voyeurs de sus fiestas de aniversario del partido en donde sus participantes gustaban exhibir sus desenfrenos por sus redes sociales. Exuberancia al grito: qué os den por culo. Pero todo llega a su fin. También para el reinado dorado de Jacob Zuma. Y con ello miles de repudiados esperan zafarse del castigo terrenal y maquinan su revancha.

durban4Las venganzas son para los valientes que no tienen miedo a las represalias de sus acciones. En toda historia de intriga y complots políticos existen las cabezas de turco. Esos valientes, suficientemente ciegos por el amor a la causa, que no piensan en las consecuencias de sus actos barbáricos. Miembros ya suspendidos del partido en el gobierno, African National Congress (ANC), algunos antiguos camaradas de trinchera de Jacob Zuma, como Carl Niehaus y Andile Lungisa, fueron los primeros nombres en caer al pozo de los instigadores. Dos personajes que bien podrían describirse como bufones de la corte, a los que todos hacen reír y nadie toma en serio. Otros dos nombres se han sumado a la caída al pozo de los señalados, un popular DJ de la radio, Ngizwe Mchunu, y un ex-espía que gusta contar batallas al final de la barra del bar de barrio, Thulani Dlomo. Como buen héroe romántico herido en la batalla, Thulani, se presentó voluntariamente en la comisaría después de ser identificado por la prensa como uno de los instigadores. Llegó y fue invitado a abandonar la comisaría sin ser arrestado.

El Presidente se dirigió a la nación para explicar a la población que lo ocurrido desde el 9 al 16 de julio fue una insurgencia planificado por traidores a la patria. El 14 de julio el ministro de policía comunicó que se estaban investigando a doce instigadores. El 20 de julio las autoridades anunciaron la detención de seis personas, pero no se divulgó sus nombres ni los cargos contra ellos. Un informe policial identificó doce cuentas de twitter que dispersaron los mensajes a favor del ahora encarcelado Jacob Zuma. Al menos tres grupos de whataspp están bajo investigación por planificar los saqueos y disturbios desde 9 a 16 julio.

El relato de lo ocurrido es una trama simple: el 8 de julio a las 10 de la mañana, Jacob Zuma es conducido bajo arresto al centro penitenciario. Nueve horas después, las redes sociales se llenan de llamamientos a manifestarse contra su encarcelamiento y a bloquear calles y carreteras. El 9 de julio, imágenes de centros comerciales, polígonos industriales, puertos y carreteras saqueados por gente que ya no recuerda por qué llegaron allí. Cinco días le suceden de descontrol y borrachera saqueadora. durban3Se codicia cualquier producto por la cara. Incendios, destrozos, bloqueos de puntos estratégicos en la cadena de distribución alimentaria y energética en ciudades motoras de la economía sudafricana. Finalmente, el Comandante Jefe moviliza al ejercito. Despliegue de veinticincomil soldados, los números de muertos se disparan. Fin de los disturbios. Fin del saqueo. Resultado final trescientos cuarenta y dos muertos que enterrar siguiendo protocolos sociales anti-covid19.

Treinta días después, el Presidente de la República de Sudáfrica anuncia la destitución del ministro de defensa y el de inteligencia. Por primera vez en la historía de esta juvenil democracia, el Presidente incorpora bajo sus alas la cartera de inteligencia. Desde ahora, los servicios de inteligencia del país deben de rendir cuentas al Comandante Jefe de la nación, directamente. Los infiltrados en las fuerzas de inteligencia y seguridad del país, que participaron en la orquestación de la insurgencia, están haciendo cábalas del tiempo restante antes de su decapitación departamental. Aquellos asiduos a las fiestas doradas bajo el reinado del ahora octogenario, Jacob Zuma, tiemblan. Mientras, la mayoría, esos centenares de personas que no recuerdan el inicio de todo, entierran a familiares y amigos tras una semana de orgía saqueadora. Viva la república.



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