Píldoras de cine (XI)

Escrito por Bonifacio Singh el .

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El cine te sorprende casi siempre cuando te haces expectativas, tanto positivas como negativas. Tengo el vicio de leer las críticas antes de ir a ver películas. Me fío de algunos críticos, suelo coincidir con los que no hablan de lo bueno o lo malo, sino de lo que les gusta o no les gusta. La vida es una cuestión de gustos, y el arte no es en absoluto otra cosa. Mi acompañante habitual también influye en mis gustos y decisiones, quizás porque me gusta llevarle la contraria. Así fue el caso la semana pasada cuando decidimos ir a ver “Beautiful boy”, de Félix Van Groeningen.

Steve Carrell ha hecho mucha caspa, mucha. Pero también le he visto desempeñar papeles excelentes, como en “Foxcatcher”, donde estuvo magnífico. También lo recuerdo corriendo cómicamente en la maravillosa “Pequeña Miss Sunshine”, donde bordaba el papel. Pero sí, también ha perpetrado mierda por un tubo. Mi acompañante es de la misma opinión, pero más radical, y casi impide que viésemos esta oscura película. Aparte de Carrell, aquí Timotheé Chalamet ha hecho una interpretación memorable para mi gusto. “Beautiful boy” es una película de silencios, interior, a la que solamente reprocho la explicación final en texto sobre la adicción a las drogas, que sobra. Hay personas que nacen con un agujero interior, pildoras112me reconozco ahí. Es difícil, imposible, explicarlo. Esa cueva negra y escabrosa separa y une a los demás. Chalamet interpreta ésto de una forma sobresaliente para su corta edad. Puede parecer una historia tópica sobre las drogas, pero yo veo más cosas en ese paisaje interior.

Esta obra, además, huele a Charles Bukowski incluso antes de que pongan de manifiesto textos suyos durante la acción. La visión interior de este mito creo que se retrata muy bien en el universo interno de los personajes de la película. El sabor agridulce de la vida, más agrio que dulce, sin esperanza de salir del túnel más que al final, el intentar caminar hacia delante con mil preguntas y si saber hacia donde, intuyendo que el martirio es la vida misma y que no acabará nunca. La película se remata, al final tras los títulos de crédito advierto, con un poema de Bukowski. Os recomiendo, si no sois unos pazguatos, que alguna vez leáis a este señor que dentro de sus escritos esconde el resumen a dos mil años de filosofía.



pildors113Yo había leído unos cuantos artículos sobre la película “Las herederas”, de Marcelo Martinessi. Es una película paraguaya con gran reconocimiento internacional, multipremiada, de la que podréis leer muchas buenas referencias. Casi obligué a que fuésemos a verla. Ana Brun ganó por su interpretación el oso de plata en Berlín. Todo buenas referencias. Leí sobre los tonos de la película, sobre la decadencia que muestra pero también sobre su, supuesto, luminoso final de “apertura a nueva vida”. Soy sincero: me aburrí como una ostra. No digo que la película sea una absoluta mierda como muchas veces sucede con productos sobrevalorados, no. Es una obra aceptable, que muestra claroscuros personales, muy previsibles eso sí, y con cierto aspecto conmovedor. Pero no me impresionan ni su guión ni sus imágenes. Resulta tediosa. La protagonista me deja frío con su rostro de palo imperturbable. Siento cierta simpatía, pero no pasa de ahí, estoy deseando que Ana Brun se largue con viento fresco de su prisión, pero para que la película se termine de una puta vez e irme a la calle. Exagero un poco, pero no me ha gustado la cinta paragauaya. ¿Cuántas películas paraguayas se estrenan fuera del país sudamericano?

Dejo lo mejor para lo último. También había oído hablar de la película “¿Podrás perdonarme algún día?”, de Marielle Heller, de quien creo que no tengo el gusto de haber visto ninguna obra antes. Melissa Mcarthy y, sobretodo, Richard E. Grant, me llamaban poderosamente hacia la sala de proyección. Grant me transmite siempre algo. Vi hace un par de años unos documentales sobre el tema apasionante de nada menos que hoteles, en el Canal Viajar, que él solo hacía graciosos, divertidos, el tipo tiene personalidad. Su mirada y su gesto en la genial “Gosford park” valen un Potosí, hay que verla aunque sea sólo por verle chistando durante dos segundos (vean la escena en la que pide silencio en la maravilla de Robert Altman). Entiendo las múltiples nominaciones de ambos protagonistas, “¿Podrás perdonarme....”, es una pequeña pero gran película sobre sentimientos.

Heller dota a la película con unos protagonistas poderosos. Mcarthy es antipática y solitaria de vocación, Grant opone una muralla exterior de alegría para afrontar la infinita desgracia vital. La acción está basada en hechos más o menos reales, y resulta, a pesar de cierta previsibilidad, divpildoras114ertida e ingeniosa. Pero es que la vida es previsible cuando vas hacia delante desatado y sin frenos, sin nada que perder pero tampoco con algo que ganar, la supervivencia a corto plazo es muy puñetera, hasta conllevar consecuencias inexorables.

Parece ser que a Melissa Mcarthy le tocó hacer este papel por casualidad, porque iba a interpretarlo la también brillante Julianne Moore, pero a esta última no la veo ni de lejos interpretando tan descarnadamente el papel de bollera madura fracasada insoportable, con todas las letras, pero cuya humanidad, su callejón sin salida, no nos deja ajenos a sentirnos como ella, un poco abandonados a nuestra suerte, un poco pagando los platos rotos de nuestra propia estupidez y cabezonería. Mcarthy lo borda. Encuentra en el camino, como casi siempre, acompañantes vitales en las personas que como ella se encuentran en el filo de la navaja existencial. Nunca te defraudan los débiles ni los perdidos cuando se trata de espantar juntos el miedo de caminar en solitario. Luego está el resto, los que creen haber ganado, los que piensan que tienen el Santo Grial. Lee Israel, el personaje protagonista de Mcarthy, sobrevive a corto plazo y se divierte metiéndoles goles por la escuadra a todos esos fatuos y rimbombantes memos que se creen reyes del mambo, aunque desde el principio sepamos que la cosa no puede terminar bien. Melissa Mcarthy está gorda, es fea y su personaje resulta incómodo a algunos espectadores que esperan un castigo final. Una tragicómica, pero tierna, mirada de Richard E. Grant, nominado al Oscar al mejor actor secundario por su personaje, vale más que toda la mierda de película de “Green book” a pesar de Mahersale Alí, que fue quien se llevó el premio en esa categoría.

Qué buena música tiene “¿Podrás perdonarme...?”. It´s a perfect dayyyy. Lo mismo diría de “Beautiful boy”, buena música, aunque a mi acompañante no le guste nada Nirvana ni Neil Young, pero aquí parece que ni los ha notado. Salgo del cine y me encuentro con los pazguatos de mis amigos que han entrado a otra sala. Les cuento que estas películas me han gustado y aprovecho para insistirles en la pedazo de mierda que es “Green book” y los Farrelly en sí, me gusta herirles un poco por pazguatos. No se muestran muy receptivos ante mis afirmaciones, consigo ofenderles un poco (cómo me gusta hacerlo), y me cantan de memorieta las excelencias de esa mierda de película porque se sienten muy bien ante la tramposa representación que les han puesto ante los ojos para que aplaudan. Nunca leerán a Bukowski, ni falta que le hace, y si lo hicieran despotricarían durante semanas contra el santo bebedor. Y cuando les hablo, esta vez sinceramente, de la oscuridad que veo dentro de “Beautiful boy” me miran con cara como de estar escuchando llover. Gracias Dios por estos momentos en los que causo mediante el insulto velado confusión. Gacias, Dios, por dejarme ser practicante pero no creyente en nada ni en nadie.


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