Hermosa juventud

Escrito por Bonifacio Singh el .

En las últimas semanas he ido a ver un par de películas patrias que se salen de los cánones acostumbrados del denominado “cine español”. Cuando digo esto, quiero expresar que no se trataban de comedietas con buena intención al estilo de los Trueba, plagadas de personajes buenrrollistas almibarados, ni de dramones situados en la guerra o en la postguerra estilo “Amar en tiempos revueltos”, ni de ejercicios de ego pasados de rosca Almodovarianos o de fatuos imitadores de esta “nuestra gran ballena varada”. Yo soy de los que comprenden a Wert y a Montoro cuando flipan al escuchar las reivindicaciones del sector, dominado por unas cuantas familias que cortan el bacalao y que se juegan la mayoría de los cuartos, pertenecientes a una irreductible casta, a un reducido grupo que ni come ni deja comer, tanto al espectador como al resto de sus compañeros de profesión. Pero, en fin, como lo correcto es decir que los “cómicos de élite” son maravillosos y hay que seguir por decreto admirando a esta recua de incriticables chicos… pues que con su pan se lo coman.

Sin embargo, hay algo de vida que late más allá del telón, lejos de las familias tradicionales, aborregadas y aburguesadas, de “nuestro” cine (otra frase hecha asquerosa). Hace quince días me sorprendió “10.000 kilómetros”, muestra de cómo se puede rodar una película sin muchos medios, ejemplo de que no se necesita ser primo del sunsum corda para atesorar talento. Es de agradecer cómo la película trata el tema de esta nueva sociedad desplazada hacia relaciones por Skype y otras mierdas cibernéticas, de cómo el “querer ser” y lo individual pugnan contra el deber hacia el prójimo próximo. Qué maravillosas las relaciones basadas en el pajeo vía pantalla de ordenador, la biblia actual dice que la gente debe desarrollarse profesionalmente en vez de follar en carne y hueso. Además, el viernes pasado me acerqué a ver la última de Jaime Rosales: “Hermosa juventud”. Los protagonistas de la película, jóvenes actores, estaban todos en la sala y. al terminar la proyección. irrumpieron en aplausos hacia sí mismos. Simpáticos tipos. Olían a carne prieta. Además de que estaban muy bien en sus papeles. Gracias por aportar caras frescas.

Rosales huele la sangre al estilo de los Dardenne. Y es un poco cruel en la película con toda esta muchachada que no sabe ni cómo ni hacia dónde ir. No estoy de acuerdo en cargar contra ellos. Son nuestros hijos, y nosotros éramos tan salvajes y tan descerebrados como ellos, o más, con la única diferencia que no teníamos en el bolsillo la mierda pinchada en un palo que es un teléfono móvil, y gracias a su ausencia no nos crearon la necesidad de estar siempre localizables ni de sublimar nuestros egos tan al infinito. Pero nos asaltaban las mismas preguntas sobre el futuro, teníamos las mismas pocas esperanzas y nos dimos cuenta, igual que ellos, que todo esto que nos pintan de color de rosa es una puta mierda, y que cuando esa ventana a la realidad se abre nos dan ganas de metérsela por el culo al sistema y a todo el que se nos ponga por delante.

hermosa2“Hermosa juventud” es un himno a la “cultura washap”. Pero, no nos confundamos, los papás también están invadidos por ella, no sólo sus hijos adolescentes. Me asalta la vergüenza ajena cuando veo esa continua avalancha de fotos en la que todos quieren expresar su “superyo”, esas charlas eternas en la que todos se dicen los unos a los otros que están muy guapos pero por lo bajini piensan que el resto está hecho un adefesio, arrugados todos, cagados de miedo, con el mismo cerebro de primate ególatra de siempre. “Cultura botellón”, “cultura borrachera de parque”. Pero, nosotros, que nos escandalizamos, éramos igual de borrachos, y nos metíamos de todo como ellos, todo lo que la escasa pasta nos permitía, y nos dábamos de hostias, y queríamos viajar a Alemania a trabajar para pasarnos el día y las noches en interminables fiestas Erasmus en las que veíamos de lejos que nuestros amigos con plata follaban a hierro. En realidad les tenemos envidia, porque nos gustaría recuperar esa inocencia en la mirada sucia, ese creernos que es maravilloso tener hijos siendo pobre, esa estupidez de perpetuar la especia por mandato divino. Nosotros tampoco fuimos de esa élite, porque nuestros papás no nos lo podían pagar, tenemos en realidad muchos puntos en común con esos pobres diablos a los que llaman despectivamente Ni-Ni´s. Seguimos metidos de lleno en los mismos valores tradicionales, pero en un mundo diferente, y no funciona ahora ni funcionó antes. Cuando cualquier imbécil se para a pensar en ello le dan ganas de emporrarse hasta el paroxismo al contemplar la obra del hombre, eternamente metido en su caverna de la gran ciudad, creyéndose el centro del mundo para en realidad no ser más que una parte más de la bola de mierda que es el mundo. Pero siempre podremos trabajar en el porno, mientras la carne la tengamos fresca y el cuerpo aguante. Y, luego, todos al hoyo. A tomar por culo. Se finí. Que nos quiten lo bailao, que nos quiten el washap bailao. Y al que no le guste, que no mire.

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