Pandemia de cine (III)

Escrito por Bonifacio Singh el .

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El cine en salas se nos está muriendo entre las manos. Entre todos la mataron, ella sola se murió. Luego vendrán las quejas. Quedan pocos cines en Madrid, cines de los de antes, no multimierdasalas donde proyectan hez para vender palomitas (que reportan más ingresos que las entradas). Y lo que quedará, por mucho que se desgañiten diciendo que si la tele gigante, que si las plataformas, no será cine, el cine está en esos cuartos oscuros no en tu casa. pandecine6Lo que quieren es que no salgas de casa y que pagues por tu propio sillón, y les importa una mierda cargarse este invento mágico en el que durante unas horas te olvidas de todo. Además de que ello te obliga a darte un paseo, patear la ciudad.

En los últimos meses hemos recuperado la sesión nocturna. Antes estaba llena, incluso recordamos la época en que había cola para ver algunas películas. Ahora es raro que haya más de diez personas en la sala. Afortunadamente, por otra parte, porque este cine civilizado y minoritario se ha convertido en una actividad muy segura en tiempos de pandemia. Pero la rentabilidad es nula, salta a la vista, y puede que estemos asistiendo a su final. Un final al que también contribuyen los gustos impuestos en esta era anodina de lo correcto, de lo guay. El sábado pasado, antes de empezar la de Sorrentino, nos pusieron dos trailers. Ambos, cómo no, protagonizados por madres supermegabuenas y por mujeres que sufren como perras pero que al mismo tiempo se proclaman fuertes. Películas españolas de medio pelo vestidas de buenos deseos que no cuentan nada más que lo que se quiere oír.

Hace semanas fuimos a ver “Madres paralelas” de Almodóvar. Yo ya entré un poco con la mosca detrás de la oreja, porque él llevaba unos cuantos días haciendo declaraciones en los periódicos arrogándose el papel de azote de la derecha, de defensor de grandes causas. Él, un señor al que vemos recorrer los quinientos metros que separan su casa de los cines Princesa en un Über y que tributaba mediante una SICAV. Haré un poco de espoiler con su batiburrillo: argumento de madres más visto que el TBO (predecible hasta la nausea), rollo bollo inefable metido con calzador, Penélope follando con sujetador, personajes acartonados viviendo un Madrid de plastilina y pisos bonitos, transexuales de grandes tetas diciendo que son portada de revistas que ya no existen, y todo rematada con tema de la guerra civil, de la “memoria histórica”. pandecine5Mi abuelo estuvo condenado a muerte, pero de eso ya hace casi noventa años. El plano final, con las gentes tumbadas en una fosa, me provocó el sueño de quemarlos con un lanzallamas de las Waffen SS. Esta pasada semana observo ojiplático otra entrevista en la que Almodóvar se queda tan ancho diciendo que la película no ha gustado porque resultaba molesta (de nuevo) a la derecha. No, la película resulta molesta a la vista, simplemente, porque tú hace tiempo que moriste como creador, devorado por tu propio ego.

También triste ver la última película de Benito Zambrano. Él filmó hace ya más de veinte años “Solas”, una magnífica y sencilla obra. Después se dedicó a vivir de rentas y a hacer pestiños incluso caros. Todo ha rematado en esta cursi hasta en el nombre “Pan de limón con semillas de amapola”, que despierta instintos homicidas al máximo. Un guión patético, estereotipado hasta el paroxismo, predecible, políticamente megacorrecto, con una escena final digna de lanzar un misil sobre las protagonistas (sí, no exagero, lo pensé en ese momento, caer un misil de Putin sobre la barca, no por accidente). Eva Martín en una interpretación de imposible hacerlo peor. Elia Galera sufriente al máximo sin quitar la cara de pedo en todo el metraje, trama materno filial cómo no, malos y buenos, moralinas, y lo ahora tan de moda en los guays durante la pandemia: amasar pan. Después de destrozar metiendo trama de guerra civil en la adaptación de la obra maestra de Jesús Carrasco “Intemperie”, cualquier cosa se podría esperar de Zambrano. ¿Quién paga por producir estas cosas? ¿Cómo cubren presupuesto con sus cuatro gatos espectadores?

pandecine4Por suerte alguna esperanza entre tanta mierda hay. Y mira que no me lo esperaba. Me obligaron a entrar en la sala en que se proyectaba “Maixabel”, de Iziar Bollaín. “Patria”, tanto la serie como el insufrible libro, han hecho mucho daño al guaycismo. Ahora el tema vasco es la segunda guerra civil. Aparte, Bollaín, que en el pasado rodó cosas que me gustaron mucho, me horrorizó con “El olivo” y “La boda de Rosa”, esta última dentro de la mierda de cánones actuales del buen rollo hasta apestar. Pero aquí la sorpresa: la película está muy bien. Los actores se salen, Luis Tosar está muy bien, pero sobretodo Urko Olazábal, que en los minutos que le corresponden, y desde la primera mirada, llega a impresionar con una absoluta autenticidad. Por suerte la película habla del perdón y de la superación del dolor, no de su enquistamiento y de recrearse en él para llenar minutos. La autenticidad no impostada es hoy transgresión.

pandecine3Con mucho miedo fuimos a ver “Titane”, de Julia Ducourneau, premiada en Cannes y vendida como un cine innovador. Se calificaba de Ducourneau como adalid de una ruptura, como una nueva genia del séptimo arte. Nos encontramos con una peliculita que para una sobremesa con el ojo medio cerrado pasaba el corte, para verla en canal Dark o algo así, o para hacer una serie para adolescentes, con mucho ruido y ninguna nuez que destacar. Demasiado fuego y explosiones, vistosidad, pasar el rato sí, alguna cosa grotesca pero graciosa también, pero poco más, muy poco, o casi nada, trascendencia o sentido menos que cero para ganar la prestigiosa Palma de Oro, que hubo en un momento en que era un galardón de fiar para acudir a ver cada año algo decente o sorprendente.

Quién no me defrauda es Paolo Sorrentino. Leí sobre su historia: sus padres murieron por accidente cuando el tenía 17 años a causa de una inhalación accidental de anhídrido carbónico. Una tragedia que debió marcar su vida. También leí que esta película, “Ha sido la mano de Dios” marcaba un antes y un después en su filmografía, que significaba como una especie de ruptura. Nada, por suerte, más lejos. pandecine2A mí me gusta su frikismo fuera de la realidad, su instinto felliniano, su garra y su importarle todo una mierda. Pero a través de su universo distorsionado se ve Nápoles, su Nápoles, sus orígenes, como antes mostró su Roma. En su cine es tan importante lo que se recuerda, que en buena parte es imaginado, como lo real. Todo se ve a través de su ensoñación. Lo grotesco de la vida invadiendo incluso lo más triste y lo más trascendente. Sorrentino es único, es cine puro, no busca gustarnos a toda costa y nos lleva a tener esperanza en que todo este mundo de celuloide, de salas oscuras, no se haya muerto. En la primera escena de la película una mujer con unas tetas enormes que se dejan ver bajo una escueta camiseta espera al autobús en una parada. Se acerca un vetusto coche en el que se abre una ventanilla y aparece un tipo viejo que le dice a la mujer: “soy San Genaro, sube...”. Esto es el cine.


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